Este es el skyline de Frankfurt visto desde la otra orilla del río Main. El edificio blanco de la izquierda es la sede del todopoderoso Banco Central Europeo, cuya sola mención pone a temblar a los gobiernos y hace caer consejos de administración de los bancos. Y es que en esta ciudad, de aspecto más bien americano dentro del corazón de Europa, se concentra el mundo de las finanzas de la Unión Europea, hasta el punto de que hace palidecer a la City de Londres. Desde el punto de vista ferroviario y allá nos encaminamos para comprobarlo, tiene una de las más importantes estaciones de toda Europa: 1732 trenes diarios, de los cuales 342 son de Larga Distancia y 1100 de Cercanías (S-Bahn); 5 marquesinas abovedas que se elevan -las 3 centrales- hasta un altura de 30 metros, 25 andenes, 36 ascensores, etc. Todo ello para poder dar servicio a los más de 350.000 viajeros que discurren por su interior cada día
Y esta es la fachada principal de esa estación central inaugurada el 18 de agosto de 1888, en cuyo primer día de funcionamiento un tren se saltó la topera e invadió la zona peatonal de los viajeros. Una vista de conjunto de la plaza donde está ubicada se puede ver en esta fotografía de 360º. Y nada más darse uno la vuelta o, mejor dicho, salir por esas puertas solemnes se da uno de bruces con una ciudad mezcla de gigantismo americano y de edificaciones más bajas de estilo moderno que han sustituido a la destruida ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que fuera Frankfurt sede de las fuerzas americanas de ocupación de Alemania propició su reconstrucción con parámetros totalmente desconocidos en este país.
Pero antes de adentrarnos en la ciudad amable y campechana hemos echado un vistazo al interior de la estación, en una de las cinco marquesinas que la cubren, en la que se muestra toda la potencia del acero de su estructura.
Al ser una estación en fondo de saco -excepto en el nivel subterráneo que se utiliza para las conexiones pasantes del S-Bahn- los trenes deben salir por el mismo lugar por donde entran, haciendo inversión de marcha. El hecho de que la mayor parte de las circulaciones sean unidades autopropulsadas facilita las maniobras al no tener que cambiarse la locomotora de posición.
Una espectacular red de Cercanías (S-Bahn) de en torno a 300 km une el centro de la ciudad con toda el área matropolitana y ciudades limítrofes del land de Hesse. El plano detallado de esa red puede consultarse en este enlace. Paralelamente, Frankfurt dispone de red de metro (62,5 km) y una importante red de tranvías (67,5). En este otro plano están detalladas ambas. Llama la atención tan completa red de transporte cuando el número de habitantes de Frankfurt es igual al de la ciudad española de Zaragoza, lo que da idea de su importancia económica.
Un moderno tranvía de la red de Frankfurt decorado con los colores de una cadena alemana de supermercados
Pero la vida ciudadana, comercial y de ocio de Frankfurt se desarrolla en el Ziel, la calle comercial más transitada de Alemania y, tal vez, la que acumule el mayor número de transacciones económicas.
En esta calle, un tramo de la cual se ve en la foto, se encuentran grandes firmas comerciales, hoteles, restaurantes, cafés, veladores en la zona arbolada, música callejera, etc. Curiosamente a un extremo de la calle, en una pequeña plaza hay un mercadillo alemán en el que se pueden comprar los productos alimenticios más dispares: desde la clásicas salchichas hasta estas setas de lo más variadas.
En el otro extremo está el edificio de la Antigua Ópera de Frankfurt, hoy sala de conciertos, también rodeado de rascacielos.
El pasado verano, cuando estuve en Frankfurt, hacía un calor poco corriente en estas latitudes alemanas y cualquier lugar donde pudiera uno refrescarse era bienvenido. Lo que ya no resultaba tan corriente es lo que hizo el ciudadano de la foto de abajo.
Había plantado su sala de estar en la fuente que está en la plaza de la Ópera. Con un servicio de té y una butaca libre invitaba al que quisiera compartir tanto frescor. Me acerqué allí y, aunque me entró la tentación de refrescarme, agradecí la invitación cuando vi las caras de risa de todo el que pasaba y las numerosas cámaras recogiendo tan singular oferta.
Perdiéndose uno por la parte más antigua de la ciudad puede disfrutarse del sabor de la arquitectura típica alemana, aunque reconstruida del destrozo que sufrió la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial.
En este último caso, esos edificios -de más de 600 años de antigüedad- forman la sede del ayuntamiento de la ciudad (Rathaus).
Tampoco lejos de esa zona se avista por las calles adyacentes el edificio de la catedral de San Bartolomé, edificada en el silo XV, cuya más bella estampa es la que proporciona la torre. En el siglo XIX padeció un devastador incendio por lo que su interior fue reconstruido de forma sobria aunque siguiendo las líneas arquitectónicas originales.
La destrucción de la Segunda Guerra Mundial volvió a cebarse sobre este templo reconstruido una vez más en el estilo más fiel a la construcción primitiva.
Detalle exterior del claustro de la Catedral de San Bartolomé.
Muy cerca del edificio de la Ópera antigua está esta sede bancaria del más importante banco alemán, que también posee un enorme rascacielos en la ciudad.
Delante de la fachada el cartel indicador de una de las estaciones de Metro (U-Bahn) de la ciudad de Frankfurt.
Puestos a encontrar cosas curiosas en el callejear por Frankfurt, destacaría dos. Uno de ellas es este anuncio de queso Manchego en una de las tiendas del Ziel.
La otra, una imagen bien distinta pero que es representativa del carácter que, desde que se instaló en Frankfurt el mando de las fuerzas norteamericanas de ocupación tras la Segunda Guerra Mundial, adquirió la ciudad.
Se trata de esta tienda de material militar de la OTAN, en pleno zona comercial. Me asombraron las cosas que se podían comprar allí adentro.
Me fui de Frankfurt en un tren de alta velocidad hacia París, con la sensación de que había descubierto una ciudad muy distinta a la que nos tiene acostumbrada la prensa, cuando habla de ella para referirse a los rigores impuestos por la dirección de la máxima autoridad bancaria europea, afincada en ella. Quizá divulgar todo lo interesante que se puede encontrar, además, devuelva el tono amable que había ido perdiendo.