Fachada principal de la estación de Alcázar de San Juan, lado ciudad, donde está el vestíbulo y la zona de taquillas
El pasado 20 de junio se cumplieron 161 años de la llegada del ferrocarril a Alcázar de San Juan con la puesta en servicio del tramo entre Tembleque y esta ciudad manchega, en 1854, como parte de la construcción de la línea férrea entre Madrid y Alicante. Y este pasado 1 de julio se cumplieron también 155 años desde que el ferrocarril inició su camino hacia Andalucía y Ciudad Real desde Alcázar de San Juan, con un primer tramo hasta Manzanares, inaugurado en 1860. Desde aquella primera fecha, el ferrocarril lo fue todo en Alcázar, camino obligado de los trenes hacia el Sur y el Levante español. Durante 138 años esto fue así y hubiera continuado indefinidamente si no hubiese sido porque en 1992 comenzaron a desaparecer trenes de la estación alcazareña, encaminados por la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla y, mucho más recientemente, por la de Madrid-Levante. Ambas eluden el paso por Alcázar. El avance de las obras de la línea de alta velocidad a Levante, con su prolongación a Murcia, y de la de Málaga, con su prolongación a Granada, amenazan con hacer desaparecer de Alcázar los últimos trenes de Larga Distancia que aún circulan por su estación. Por eso, y antes de que se produzca ese hecho, hemos venido hasta Alcázar de San Juan para recordar lo que fue esta ciudad en la vida ferroviaria y en lo que ha quedado, como estación de trenes regionales y una economía ciudadana diversificada.