Foto de Loreto Wallace (1972) en la que vemos a uno de aquellos flamantes automotores diésel denominados TAF que hacían el trayecto Sevilla-Málaga desde comienzos de los años 60, detenido en la Estación de El Chorro. Estos trenes sustituyeron a los de coches convencionales remolcados por locomotoras de vapor que surcaron durante muchos años esta línea
¿Oyó alguna vez hablar el lector de una estación en la que te bajabas del tren dentro un túnel y no era de Metro, o donde podías caminar por una senda colgada de una pared que de pronto desaparecía y debías saltar mirando bajo tus pies el precipicio? Esa estación, bastante desconocida para muchos, está en la provincia de Málaga, en la línea ferroviaria convencional entre Bobadilla y la capital de la Costa del Sol. La construcción del ferrocarril para dar servicio a Málaga hubo de sortear muchas dificultades orográficas y, tras estudiarse diversos trazados, se optó en 1860 por perforarlo a través del Desfiladero de los Gaitanes, por la empresa de capital francés Vitali, Picard y Cía. Cinco años exigieron las obras, con 14 túneles originales, y el 15 de agosto de 1865 Córdoba y Málaga quedaron unidas por el ferrocarril, con una estación entre dos túneles en el punto más agreste del trazado a la que pusieron por nombre "El Chorro". Habíamos pasado unos días en Francia observando el enorme movimiento de trenes de peregrinos en Lourdes y ahora tomamos un tren de Media Distancia de los que hacen el trayecto Sevilla-Málaga para volver a la soledad de estos riscos, inmersos en una naturaleza agreste y recordar aquellos dificultosos viajes ferroviarios de ayer, en busca del descanso veraniego de la niñez, cuando ya falta poco para conmemorar el 150 aniversario de que comenzaran a pasar los trenes por la línea.