De arriba a abajo: La colina Gediminas donde está situada la fortaleza origen de la ciudad de Vilnius, capital de Lituania. El moderno edificio de la Biblioteca Nacional de Letonia, en Riga y, por último, las catedrales ortodoxas de Riga y Tallinn, impresionantes edificios de arquitectura rusa
Visitar los países bálticos es una opción turística cada vez más extendida. Se trata de tres países: Estonia, Letonia y Lituania, que tienen una historia muy similar a lo largo de los siglos y que han padecido también sucesivas invasiones destructoras. Los tres también cayeron bajo el férreo yugo de la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial, hasta que en el comienzo de la década de los años 90 del pasado siglo conquistaron su independencia. Desde 2004, además, forman parte de la Unión Europea y se están integrando progresivamente en la zona euro, de la que ya forman parte Estonia y Letonia mientras que Lituania lo hará a comienzos de 2015. Durante algo más de un mes he recorrido detenidamente esos países, tras una breve incursión anteriormente en la capital de Estonia. La finalidad del viaje ha sido fundamentalmente ferroviaria pero sin obviar el recorrido turístico por lo más interesante de sus ciudades. Por eso, tras escribir con anterioridad sobre los aspectos más ferroviarios, querría ahora ampliar el punto de vista a temas más amplios sin olvidar el motivo principal del viaje. Este es el relato.