Amsterdam entre trenes, tranvías, canales y bicicletas

2 de abril de 2013

Llegar a Amsterdam en tren es algo realmente fácil desde España porque en París se toma uno de los frecuentes trenes Thalys que enlazan la capital francesa con Amsterdam, a través de Bruselas, en poco más de tres horas y cuarto. Es un viaje rápido y cómodo a través de la línea de alta velocidad norte de Francia, que se desvía en Lille hacia Bélgica y, tras pasar por la capital belga, continúa hasta Holanda a través de la línea de alta velocidad HSL-1. Este año no se han helado los canales como el pasado mes de febrero, cuando estuve allí por última vez, pero repasando las fotos de entonces y de otra vez anterior me ha surgido la idea de comentar algo sobre la bella capital de los Países Bajos.




En una entrada anterior del Blog ya tuve ocasión de hablar con detalle sobre la estación central de Amasterdam -en la fotografía superior- y de cómo se optimizan los andenes para un intenso tráfico de trenes de Cercanías y Regionales. Holanda es un país pequeño y sus habitantes hacen un uso intensivo del ferrocarril para desplazamientos interurbanos, porque en las ciudades la bicicleta es el rey.

Son muchos los españoles que pueden encontrarse por sus calles pero quizá no todos sepan apreciar la belleza que encierra esta ciudad: la Venecia del norte, con su intrincada red de canales que lo ocupan todo. No pocos se dejan atraer por el exotismo de su Barrio Rojo olvidando que Amsterdam es una ciudad polifacética donde el arte, la música, las flores, los monumentos... ocupan un lugar importante en la vida de sus habitantes.


La plaza de la estación, además de ser el punto de donde arrancan numerosas líneas de tranvías, es el centro de la vida urbana. Llama la atención enseguida la iglesia-basílica de San Nicolás, construida en el siglo XIX y cuyo titular es el patrono de la ciudad.

A los lados hay edificios típicos de Amsterdam: casas estrechas y altas con grandes ventanales para aprovechar la luz solar y pintadas a veces con llamativos colores. Precisamente un conjunto de ellas del siglo XVII -19 en total- al lado derecho de esta foto, se fundieron en un único edificio para construir un hotel de una importante cadena española, respetando las características arquitectónicas de los precedentes edificios.

Justo allí al lado arranca el conocido mundialmente "Barrio Rojo" al que pertenecen las dos siguientes fotografías.



La existencia de ese barrio es convulsa y diversas corrientes ciudadanas presionan a las autoridades para que se limite el uso de los coffee-shop a quienes sean habitantes de allí, impidiendo que los extranjeros accedan a ellos. No me sentía especialmente atraído por lo que se ofrecía a lo largo de sus calles, por lo que la atención la enfoqué a otras interesantes zonas de la ciudad.

Y lo primero que se ve por todas partes es la abundancia de tranvías y de bicicletas, estas últimas en tal número que parecen sumar más que sus habitantes. Estacionamientos de ellas por doquier y ciclistas que pasan por todos lados.



En el caso de los tranvías, las vías imponen un estricto orden de circulación por lo que sólo basta mirar a uno y otro lado cuando cruzamos una calle, pero las bicicletas son una pesadilla para quienes no están acostumbrados a ese caos de dos ruedas. Periódicamente una brigada de empleados municipales van eliminando las que no parecen tener dueño, a las que previamente han marcado por si su permanencia repetida en el mismo sitio denota abandono. No obstante, hay que cuidarse al andar por determinadas aceras pues se corre el peligro de tropezar con una tirada en el suelo o que un ciclista te pase rozando la ropa. En cualquier caso, resulta divertido observar cómo los holandeses gastan más dinero a veces en el candado para protegerlas de un hurto que en el mismo vehículo.


Otro de los grandes atractivos de Amsterdam son los canales. No se utilizan de ordinario para el desplazamiento urbano, salvo los barcos de turistas, pero apenas hay calles céntricas sin canal que la atraviese o esté en el centro, como si de un boulevard se tratase. Si las bajas temperaturas se prolongan en época invernal, se transforman algunos de ellos en pistas de patinaje para disfrute de pequeños y mayores, que compiten en carreras o simplemente pasean sin temor a ser engullidos por el hielo.


Es a la vera de uno de esos canales, en Konings-Plein, donde se encuentra el conocido Mercado de las flores.





Aunque la flor característica de Holanda es el tulipán allí podremos encontrar bulbos y simientes de una amplia variedad de plantas decorativas... y de algo más.

Algo mucho más interesante es lo que tiene lugar cada día en este edificio.


Cuando era un crío, en casa había un receptor de radio de fecha indeterminada, de marca Zenith, por el que se podían oír multitud de emisoras extranjeras. Y una de ellas era la entonces holandesa Radio Hilversum que junto a su interesante boletín de noticias con informaciones sobre España imposibles de conocer a causa de la férrea censura franquista y que nunca me perdía, retransmitía los conciertos del Concertgebouw de Amsterdam, cuya fachada vemos en esa foto. Esa fue una de mis fuentes auditivas de música clásica, ya que las otras eran la tradición familiar por varios músicos, la colección de discos de baquelita y el gramófono que andaba por casa.

En varias ocasiones anteriores que visité Amsterdam no pude asistir a un concierto en este templo de la música, pero ya tocaba remediarlo. No es posible describir la emoción que me produjo. Sólo invito a los lectores a tomar los tranvías 3, 5 ó 12 y acercarse hasta este lugar, para oír a la orquesta titular o a cualquiera de las que frecuentan la sala.

Deambular por las calles de Amsterdam es un sano ejercicio. Casi todos los lugares que conviene visitar están a distancia de un paseo más o menos largo, máxime si se disfruta de una estancia de varios días. Las redes de Metro y Cercanías acercan a los lugares más distantes y desde esas estaciones se puede seguir la marcha a pie.



Precisamente esta red de Metro está en obras de ampliación con una nueva línea para cruzar el Ij, caudaloso río situado al norte de la estación central y cuyos transbordadores para cruzarlo son gratuitos y no descansan en todo el día y la noche.


Cuando atracan a una u otra orilla, una nube de bicicletas salen o entran de la plataforma de la nave para seguir luego camino por las calles de la ciudad. Todas deben, para ello, atravesar el vestíbulo de la estación central. Curiosamente instalaron unas canceladoras para que a los andenes sólo accedieran los viajeros con billete pero no han podido ponerlas en funcionamiento a causa del tráfico de bicicletas a través de ellas, que no proceden de los trenes sino del transbordador. 


Un amplio conjunto de embarcaciones turísticas realizan también un tour por la red de canales que permiten conocer el paisaje urbano desde sus asientos, tan bajos y pegados al agua porque han de pasar bajo una multitud de puentes de las calles transversales.


No obstante y a diferencia de Venecia, que algún día traeremos al Blog, los canales de Amsterdam son compatibles con la circulación rodada, aunque hayan de estrecharse al mínimo. Los conductores holandeses deben ser de una habilidad prodigiosa porque aparcar en esos lugares como lo han hecho estos coches exige un dominio excelente para no acabar con ellos en el canal. Los he visto mucho más pegados al borde, incluso lateralmente (¿Por dónde saldrá el conductor?)


Junto a la Plaza de la estación, otro de los lugares emblemáticos de la ciudad es la Plaza Dam. Aquí tenemos una vista hacia una calle lateral. Lo que se ve al fondo no es un palacio sino un centro comercial: el Magna Plaza. A su derecha se ve parte de la Nieuwe Kerk, iglesia del siglo XV, panteón de marinos holandeses y hoy centro de exposiciones.


Pero el verdadero centro de la plaza lo constituye el Palacio Real, que vemos en la foto y que puede visitarse cuando no es sede de actos oficiales.

Paseando en una ocasión por otra plaza próxima, precisamente donde está situado el edificio multiusos Beurs van Berlange me encontré con un campamento de "indignados" que llevaban allá bastantes días pero estaban a punto de ser desalojados por una considerable tropa de policías a pie o a caballo. Rápidamente me vi envuelto en la situación y acabé en medio del campamento resguardado por la multitud de periodistas en espera del desenlace.


No llegó la sangre al río y sólo pude recoger impresiones de unos y otros, más algunas fotos de los asentados.

El plato fuerte artístico de la ciudad lo constituyen sus museos: el Museo Van Gogh y el Rijksmuseum, que reabre sus puertas este 14 de abril después de las larguísimas obras de restauración.

No resisto a la tentación de reproducir una antigua postal de la fachada de este último, datada en 1895.






Compárela el lector con la de la fachada de la estación central. Ambas son del mismo arquitecto: Cuypers, y tienen estilos idénticos.

También conviene visitar la Casa de Ana Frank, para la que hay que reservar toda una mañana o una tarde. Una fuerte impresión se lleva uno cuando anda por sus pasillos y escucha las locuciones en cada rincón de la humilde casa.



La visita a Amsterdam tiene una recompensa visual en el enorme letrero del parque anexo a la Paulus Potterstr, lugar muy próximo a los museos ya citados y alguno otro más, como el del Diamante. Todos quieren llevarse un recuerdo fotográfico entre las letras del slogan.


Los aficionados al ferrocarril tendrán también ocasión de dedicar tiempo a la visita de la estación central, con su constante circulación de trenes azules y amarillos, junto a otros muchos que enlazan Amsterdam con media Europa.

Todos quedarán satisfechos porque todos los que visitan esta gran ciudad holandesa tienen donde disfrutar cualquiera que sean sus gustos y aficiones.
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Más información

Web oficial del Turismo de Amsterdam

Web oficial del transporte en Amsterdam