En un reciente reportaje de un diario de tirada nacional se abordan las consecuencias para quienes han sido atropellados por el Metro a causa de viajar sobre los topes y no dentro de los trenes. En ese reportaje, de alguna manera, parece deducirse que la culpa es de la red de Metro y no de su incivismo. Esto nos lleva a escribir sobre las muchas muestras de incivismo que a diario vemos cuando viajamos en los trenes. La falta de cultura que demuestran muchas personas cuando usan este medio de transporte les lleva no sólo a no cumplir las normas sino a reirse de ellas y del resto de los usuarios. Vamos a detallar los ejemplos más comunes.
En todos los trenes del mundo civilizado son frecuentes los avisos a no poner los pies con los zapatos o sin ellos sobre la tapicería de los coches.
Aviso en un tren de Cercanías de Renfe prohibiendo poner los pies en los asientos
Pues bien, no pocas personas hacen caso omiso de ese deber cívico y plantan sus pies y zapatos hartos de pisar la basura de las calles sobre la tapicería del asiento frontal. Y no es en España donde abunda más esta especie de viajero maleducado.
Imágenes de viajeros maleducados en trenes británicos recopiladas en perfiles de Twitter dedicados a denunciarlos
Pero no es ésta la más frecuente muestra de mala educación viajera. El uso de los móviles da para mucho. La peste peor es ese estúpido pitido del whatsapp anunciando la llegada de nuevos mensajes. No poco viajeros hacen alarde de ello en potencia de sonido y abundancia de tonos. Un tono de llamada en alto en un móvil que no se acaba de encontrar en el bolso femenino, una conversación que oye todo el coche narrando cuestiones de lo más íntimo, un interminable despacho profesional con llamadas recurrentes a la oficina o a los clientes... La casuística es tan larga que daría para varias páginas. Quien esto escribe ha llegado a escuchar en la cafetería de un AVE Madrid-Barcelona -sin tener que aguzar el oído- una conversación profesional abordando un tema de alta confidencialidad empresarial. Una insensatez formidable.
Cartel en un tren japonés prohibiendo el uso del móvil
De la peste del móvil dentro de un coche del tren no se salva ni el coche silencioso. Haría bien Renfe en darle la vuelta a los salva tapicerías donde se indica que se trata de un coche en silencio y poner ese rótulo de cara al viajero del asiento posterior.
Cartel en un tren alemán prohibiendo cascos con sonido atronadores, poner los pies en los asientos o tirar desperdicios al suelo del coche
La norma es clara: los móviles se usan en las palaformas de cada coche en las que no se molesta al resto de los viajeros, mejor usar auriculares cuando se está en el asiento o quitar el sonido de las llamadas y en el coche en silencio -que para eso se llama así- no se usa el móvil.
"Viajar en negro"
Esa expresión es la traducción literal del alemán (schwarzfahren) que identifica a quienes viajan en tren o metro de gorra.
Viajeros eludiendo el uso de los torniquetes en redes de Metro
El fraude que supone acceder al Metro o trenes sin el billete reglamentario supone una pérdida millonaria en muchos países. Cualquiera que haya viajado a París y tomado el Metro o el RER se habrá encontrado con otro usuario que intenta colarse aprovechando el billete de uno.
Subir a los trenes sin billete ha llevado a la SNCF a comenzar a instalar canceladoras también en los andenes de acceso a los TGV de las estaciones más importantes de Francia.
Pórticos que está instalando la SNCF en las grandes estaciones para controlar el acceso a los trenes TGV en cabecera de andén
Asientos reservados
En todos los trenes de la mayor parte de los países del mundo hay carteles como éste advirtiendo de que determinados asientos son de uso preferente para personas con problemas de movilidad. La buena educación aconseja además ceder asientos a personas mayores o mujeres embarazadas aunque no se trate de los ya señalizados.
Pues bien, basta viajar un poco en trenes de metro o Cercanías para poder observar imágenes como éstas.
De la mala educación al vandalismo
No puede ser considerado de otra forma el uso de las carrocerías de los coches como lienzo de exposición de los grafitis. Aparte de que se desluce el material, su eliminación supone un coste notable y la retirada del servicio de los trenes hasta su limpieza.
Dos trenes grafiteados: uno en España y otro en Alemania
Los que pintan los trenes no pocas veces lo hacen paralizando las unidades en plena marcha, con el accionamiento del freno de emergencia. La Justicia actúa imponiendo multas a los grafiteros que no pocas veces quedan impagadas. El resarcimiento de los daños causados parece no amedrentar a los vándalos que son reincidentes en su mayoría.
Esta acción puede acabar en tragedia como la sucedida en Portugal, en diciembre de 2015, cuando un tren arrolló a 3 grafiteros que estaban pintando un vagón de mercancías en una vía aledaña
Similar a la actuación de los grafiteros son quienes rayan los cristales de las ventanillas con objetos punzantes. Las compañías ferroviarias suelen protegerlos con adhesivos plásticos que aminoran los daños.
Cuando el vandalismo acaba en tragedia
En el artículo enlazado al inicio de esta entrada, nos referíamos a la costumbre entre algunos jóvenes -que han pagado con severas lesiones- de subirse al Metro por donde no se debe.
Este juego, mortal no pocas veces, es una imprudencia tan grave que hay que cuestionarse la salud mental de quienes la practican. Si la práctica conlleva un accidente, no pocas veces los perjudicados o sus familias achacan a las compañías de Metro que no tomen medidas para evitarlo.
En otra entrada reciente del Blog hemos escrito muy detalladamente sobre los accidentes en los pasos a nivel porque peatones o automovilistas no respetan las normas. En el enlace se puede leer el contenido de ese escrito, sus lamentables consecuencias y la actitud irresponsable de quienes luego incriminan a los trenes por atropellar a la gente.
Esta composición mostrada en un periódico rumano ilustra la historia de una joven que se quiso hacer un selfie encima de un coche en trayecto electrificado. El intento de fotografía acabó con la joven electrocutada.
Tenemos en España algunos ejemplos ya de comportamientos así de absurdos e incomprensibles.
Los servicios funerarios retiran el cadáver de un joven electrocutado en 2014, en Andújar (Jaén), por subirse al techo de un vagón
Si una imprudencia de estas características no acaba de manera funesta, su autor puede en algunos países enfrentarse a cargos criminales como esta joven detenida por hacer yoga entre las vías de una estación de Metro en Estados Unidos.
El elenco de actitudes de mala educación, vandalismo o imprudencias que acaban siendo mortales, en el sistema ferroviario, es mucho más largo pero hemos reseñado aquí las más frecuentes y que mayores perjuicios ocasionan al viajero normal y educado. Muchas de las actitudes expuestas tienen como autores a jóvenes que parecen tratar de afirmar una personalidad desquiciada con acciones que contravienen las normas de la educación y la prudencia.
El sistema educativo, por sí solo, no es suficiente para enderezar a este estrato de población que camina contra corriente. La educación en el ámbito familiar es el pilar indispensable para encauzarlos. Desgraciadamente algunos padres parecen haber abdicado de su misión con los hijos y culpabilizan luego a la sociedad cuando éstos actúan de manera irresponsable. (MAM)