Estocolmo, en invierno o en verano (y II)

3 de diciembre de 2012
Estocolmo ha sabido conjugar muy bien tradición y modernidad. Este es el Palacio Real, situado en una de las islas que conforman la ciudad. La llamada Stadsholmen.




No lejos del Palacio y también en una isla (Helgeandsholmen) se encuentran los edificios de la Riksdag, la Asamblea Legislativa de Suecia, cuyos antecedentes históricos se remontan al siglo XVI.

Estas islas están unidas entre sí por puentes peatonales lo que contribuye a fomentar el paseo a pie cuando las circunstancias climatológicas lo permiten.

Apenas a escasos metros de todos esos edificios gubernamentales nos topamos ya con paseos marítimos bellísimos que dejan ver al otro lado de los brazos de agua más edificios de arquitectura singular.




Los visitantes de esta privilegiada capital nórdica tiene muchos alicientes para los días de su estancia pero me voy a fijar en unos pocos, más relacionados con el tema de este Blog.

El primero de ellos es este tranvía que circula por la línea 7. No tendría nada de particular ya que líneas de tranvías hay varias en Estocolmo, si no fuera porque con el billete se puede comprar también el desayuno. Bien es verdad que tampoco es un desayuno buffet como el de los hoteles: sólo un té y una pasta, pero el detalle es simpático. No es Estocolmo la única ciudad europea donde se pueden hacer consumiciones en los tranvías porque las hay donde se puede beber también cerveza. Para tomar este tranvía no hay más que acercarse a la plaza Norrmalstorg, en el centro de la ciudad.

El viaje en esta singular unidad tiene también otro aliciente añadido porque es la que permite llegar hasta uno de los museos más curiosos que hay en toda Europa: el Vasa Museum.



Este es el edificio del Museo citado que alberga nada menos que el recuerdo de un desastre naval sin precedentes. El "Vasa" era un buque de guerra espectacular dotado de 64 cañones de bronce, construido a partir de 1625 por orden del rey Gustavo Adolfo II de Suecia, el primero de una serie de cuatro, todos ellos iguales, que permitirían dotar a la Marina sueca de una capacidad naval desconocida hasta entonces.

Tres años después, el 10 de agosto de 1628, el buque se hace a la mar y apenas ha recorrido una milla se hunde en el propio puerto de Estocolmo con toda su tripulación y armamento.

Los años siguientes se emplearon en retirar del fondo del mar los cañones y otros pertrechos del buque, pero éste continuó sumergido hasta mediados del pasado siglo en el que se extrae a la superficie y se decide reconstruirlo en su integridad para hacer un museo con él dentro. Eso es lo que se ve en el edificio fotografiado. Sobre la cubierta del Museo asoman los tres palos del buque ya que la envergadura de la nave era considerable.

Desde que en 1990 se inauguró el Museo, centenares de miles de persona llegan hasta allá anualmente para contemplar con detalle lo que el agua se tragó y durante siglos permaneció sumergido hasta su puesta a flote.

Estocolmo, dentro de la seriedad nórdica, es una ciudad divertida. En pleno verano se organizan festivales de música en plena calle y en los parques de la ciudad, en los que participan miles de personas. De esta forma se desquitan del largo invierno donde las actividades al aire libre son imposibles por la nieve y las bajas temperaturas.

Se alternan el jazz, la música clásica, el festival de Gospel y toda una gran variedad de músicas de todo el mundo. 



Incluso es posible ver pasquines con anuncios de circulaciones turísticas con trenes antiguos remolcados con locomotoras de vapor como éste de un tren entre Estocolmo y Nynäshamn, dentro del año de los trenes de vapor, que es lo que dice en las letras grandes de arriba.

En invierno, la Ópera de Suecia reunirá lo mejor de las interpretaciones de ese género en este impresionante edificio.




Para llenar el estómago tras largas caminatas no faltan restaurantes de todos los precios y especialidades culinarias pero puestos a buscar algo típico nada como las tabernas situadas en la zona vieja de la ciudad, como la de la foto siguiente.






Claro que puestos a elegir menú puede que nos encontremos con una carta enorme no en platos sino en tamaño en la que resulte difícil saber elegir salvo que se tenga alguna idea de sueco.

Los pasajeros de los numerosos vuelos que hay desde diversas ciudades españolas hasta Estocolmo, casi todos ellos al aeropuerto principal -Arlanda-, cuentan con un servicio ferroviario exprés que une las instalaciones aeroportuarias con la estación central de la ciudad a través lanzaderas. Además, un gran número de trenes de cercanías y alta velocidad tienen también parada en el aeropuerto.


Unidad del Arlanda Express estacionada en la estación central de Estocolmo. Estos trenes, que fueron construidos por Alstom, integran una flota de 7 unidades propiedad de la operadora que realiza los servicios.

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(La primera parte de esta entrada se puede leer en este enlace)