🎼 🎶 Si vas a Calatayud...♪🎶 Un viaje de hoy en un tren de ayer

6 de abril de 2016

Los trenes turísticos en España disfrutan de un buen momento. Los hay por doquier mantenidos tanto por Renfe como por las diversas organizaciones sin ánimo de lucro relacionadas con el ferrocarril: Fundación de los Ferrocarriles Españoles, Museos ferroviarios, Asociaciones, etc. Viajar en uno de esos trenes es un placer, en especial si se utiliza para ese viaje material ferroviario de antaño cuidado con esmero. Una de las Asociaciones más activa con su material y viajes es la de Amigos del Ferrocarril de Madrid. Cuenta con unos 10 coches y un par de locomotoras, una de las cuales es la de la foto, aparte de dos unidades eléctricas: una 440 y otra una "suiza" 435, todos ellos del parque de Renfe de los años 80. Con una de las locomotoras y los coches que sean precisos se forma de vez en cuando una composición a la que denominan "Tren de los 80" con destinos muy variados. El pasado día 2 de este mes de abril se había organizado uno de ellos desde Madrid a Calatayud (la ciudad de "la Dolores"), viaje de unos 241 km al que nos apuntamos en unión de uno de nuestros alumnos, aspirante a diplomático y gran amante del ferrocarril en el que ha recorrido muchos países del mundo. El viaje fue muy interesante tanto desde el punto de vista ferroviario como turístico y gastronómico y de él damos cuenta en esta entrada del Blog.

No es la primera vez que comentamos en el Blog un viaje que no es en un tren regular. Ya estuvimos en Riotinto viajando en su tren minero de vía estrecha. Pero hacía tiempo que queríamos compartir con aficionados ferroviarios uno de los muchos viajes en los que se utiliza material histórico de ancho ibérico por una línea convencional, de esas por las que cada vez circulan menos trenes de viajeros y cuyo mantenimiento deja bastante que desear en determinados puntos.


Este es parte del material del "Tren de los 80" tal como aparece en la web de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid. Aquí lo vemos remolcado con una locomotora diésel. Pero el tren que nos llevó hasta Calatayud aparece en esta otra foto, tomada el mismo día 2 desde las alturas en una parte del trayecto, por Bernabé Igea, recogida en el Flickr de la Asociación. Para los que íbamos en el tren esa foto resultaba imposible de hacer.


El "Tren de los 80" en su trayecto hacia Calatayud a su paso por Somaén, localidad de la provincia de Soria. La carretera que vemos bajo las vías, en un cerrado lazo, es la N-II Madrid-Zaragoza-La Junquera, hoy día con escaso tráfico ya que éste circula por la autovía A-2

El tren partió de la estación de Madrid-Chamartín aunque lo tomamos en Alcalá de Henares, donde realizó una parada intermedia junto a otra en Guadalajara. En ambas subimos al tren algunos aficionados de esas zonas. El tren, como pudimos comprobar enseguida, iba lleno con familias enteras, antiguos empleados de Renfe, ingenieros jubilados, aficionados al ferrocarril -algunos de ellos muy jóvenes- y una tripulación vestida a la usanza de los años 80 con sus uniformes y grados: maquinista, jefe de tren, visitador, revisor, literistas (dos de los coches eran de literas que estaban en posición de día) y hasta el encargado del bar pues hasta eso llevaba la composición.

No faltaba nada para que nuestro tren nos hiciera retroceder más de 30 años en la historia ferroviaria y nos permitiera recordar muchos viajes realizados en esas circunstancias.


Hacía poco que había despuntado el día y la composición de coches remolcado por la locomotora eléctrica 269-604 "Gato montés" o más bien "La gata", como la conocen familiarmente los aficionados ferroviarios, entraba en la estación de Alcalá de Henares, donde aguardábamos impacientes para comenzar nuestro viaje.

Hay que decir que aunque esa locomotora fue fabricada en 1982, representó todo un desafío tecnológico para la época: en 1991 batió el récord de velocidad de Renfe alcanzando los 241,3 km/h en un tramo que precisamente íbamos a recorrer en nuestro viaje. Estaba próxima a inaugurarse en España la primera línea de alta velocidad y "La gata" fue precursora en un trazado ferroviario convencional. Dada de baja en diciembre de 2007, fue preservada en 2008 y la Asociación la cuida con mimo para usarla en sus trenes.


El coche en el habíamos reservado asiento fue en su tiempo de Primera clase con butacas reclinables, todo un lujo que luego se extendería al material de alta velocidad y a los coches de asientos en algunos trenes nocturnos.


En consonancia con esa "modernidad" de los años 80 del pasado siglo estaba nuestro billete para ese tren, expedido electrónicamente con el formato que antaño tenían. Muchos de nuestros lectores, ya de cierta edad, recuerdan esos billetes y algunos los guardan con añoranza. Luego vino el revisor con su herramienta de picar que ya no se suele ver en los trenes.

Durante el recorrido, tanto a la ida como a la vuelta, nos pareció que había tanta gente fuera del tren como dentro. Los que estaban fuera aparecían sucesivamente en estaciones y puntos estratégicos del paisaje, a veces en sitios inverosímiles, a los que habrían llegado tal vez haciendo escalada, armados con sus cámaras fotográficas. Tanto en la web de la Asociación como en otros foros ferroviarios van apareciendo las fotos. Estos aficionados al ferrocarril y a la fotografía mantienen viva una afición que la alta velocidad no ha conseguido desterrar.




Fotografía tomada por el aficionado César269 al paso del tren por una zona de laderas descarnadas 

El trayecto en ferrocarril entre Madrid y Calatayud tiene una parte bastante rectilínea hasta que a partir de Guadalajara se va internando en la parte del alto Henares, río cuyo curso sigue hasta su nacimiento, para atravesar la divisoria de las aguas entre la cuenca del Tajo y la del Ebro con el túnel de Horna (3.231 metros) y bajar paralelo al río Jalón hasta la ciudad de Calatayud.

Dos pequeños túneles están del lado Madrid en la línea: el de Cutamilla (111 m) y el del Sanz (104 m). El de Horna, entre Sigüenza y Torralba, se construyó a comienzos de los años 50 del pasado siglo para sustituir una fuerte rampa que debía superar el ferrocarril para acceder al valle del Jalón. A su longitud de 3.231 metros se une la cota máxima en el interior: 1.115 metros. Construido en unos estratos de margas del triásico, la ausencia de contrabóveda bajo las vías ha provocado que las aguas freáticas de esa zona deterioren la plataforma. Los trenes deben circular por su interior a 30 km/h en un largo tramo, ralentizando su marcha. Para rehabilitarlo haría falta una gran inversión y, tal vez, cortar la circulación por él durante algunos meses.






Como nuestro coche de butacas iba a la cola de la composición, el cristal de la puerta trasera resultaba una buena atalaya -muy disputada por cierto- para tomar fotografías del trayecto. Estas son algunas de las que pudimos tomar entre Guadalajara y Sigüenza, cuya estación es la que se ve en la foto.



Aprovechando la nocturnidad de los túneles que hay a partir de este último lugar, hicimos unas incursión en el bar del tren, donde algunos viajeros desayunaban a la antigua usanza con una gran hogaza de pan y embutidos variados. Recordaba entonces aquellas comidas en los trenes de antaño en los que algunos viajeros llevaban hasta una cesta con variedad de productos e iban ofreciendo a todos los del departamento. ¡Ya han cambiado los tiempos! Ahora, la crisis económica ha resucitado en gran parte de Europa los bocadillos y los "tupper", moderna versión de las tarteras de antaño. Recorrer, por ejemplo, un TGV en Francia a la hora de la comida, muestra un bar casi vacío en el tren y muchos bocadillos caseros por los coches. En España tres cuartos de los mismo.



Nada más salir del túnel de Horna pudimos contemplar el gran edificio de la estación de Torralba, en donde la línea se bifurca hacia Soria por el trazado que aquí vemos. En otra ocasión fuimos hasta esa ciudad castellana y el relato se puede leer en este enlace.





A partir de la estación de Medinaceli, el trazado se hace muy sinuoso, con 12 túneles, algunos de ellos excavados en la roca, y el río Jalón serpenteando también junto a la vía.



Particularmente interesante es el paso por la estación de Alhama de Aragón y por las termas que están al lado de la vía férrea (la foto es del propio balneario). Cuando se construyó el ferrocarril entre Madrid y Zaragoza, se hizo por tramos y la vía llegó precisamente hasta ese lugar en 1859. La estación se construyó dentro de los terrenos de las termas y allí los viajeros debían transbordar desde el tren a una diligencia, para continuar viaje. Durante cuatro años continuó este peculiar transbordo.



El paso por la estación de Ariza -que aquí vemos en la foto- nos trajo a la memoria la línea que desde aquí partía rumbo a Valladolid. En enero de 1985 se cerró al tráfico de viajeros y en 1994 al de mercancías. Sus 254 km son hoy día sólo un recuerdo para muchos pueblos del trayecto que vieron pasar algunos días, entre otros, el tren TER que veremos en Calatayud.



Cuando nos aproximábamos a la estación de Calatayud nuestro vía y la del AVE confluyen paralelas. Y tanto nuestro tren como un AVE Madrid-Barcelona llegaban al mismo tiempo a la estación de Catalatayud.





Un andén y unas cuantas vías separaban a nuestra llegada más de 30 años historia del ferrocarril. El AVE hizo una parada momentánea. El nuestro descansaría algunas horas en la estación antes de reemprender el camino de vuelta. Tal vez los viajeros del AVE tuviesen prisa por llegar a Barcelona. En nuestra caso la prisa era sólo para disfrutar al máximo de las oportunidades que nos brindaba este viaje.

Calatayud, también en los años 80

No sé si el ayuntamiento hubiese previsto nuestra llegada. Más bien parecía que no. No todos los días llega un tren a una ciudad perdida en el mapa con más de 200 personas a bordo dispuestas a visitar y a comer en ella.

La ciudad parecía anclada en la época de nuestro tren. La oficina de turismo cerró poco después de que llegásemos, así como los diversos monumentos y museos visitables. No obstante hubo tiempo para recoger unos mapas de la localidad y recibir consejos de visitas y de lugares para comer. En estos días se celebraban en Calatayud unas Jornadas Gastronómicas e iba a ser una ocasión para degustar las especialidades locales y el vino de la tierra. No había que conducir, lo que es una de las grandes ventajas del ferrocarril. Sólo al maquinista le dejamos la obligación de las abstemia.

Pero antes de adentrarse en la trama urbana, el espectáculo estaba en la propia estación.




Fachada de la estación de Calatayud -lado ciudad- (hay otra en el lado del AVE), tras la más que discutible modernización de que ha sido objeto. Tras la cristalera se aprecian los arcos de las antiguas puertas de acceso



Tren TER 597-001 construido en 1964 y que causó baja en Renfe en febrero de 1988. Se conserva, pintado el pasado año, en el exterior de la estación de Calatayud. Se construyeron 60 unidades de esta serie. Está ahora al cuidado del Ayuntamiento de la ciudad. Esperemos que dure su aspecto actual el máximo tiempo posible

No podíamos ver mucho monumento por su interior por lo que el callejeo por la parte histórica de la ciudad permitía contemplar la riqueza del mudéjar religioso y las impresionantes construcciones defensivas que la cercan en las alturas, construidas por los árabes.

Calatayud tiene ahora poco más de 20.000 habitantes con una elevada proporción de extranjeros (en torno al 25%). En los últimos 60 años apenas ha variado su población, salvo por la incorporación de núcleos urbanos próximos. La toponimia de sus calles recuerda pasados hechos históricos que aquí tuvieron lugar y la existencia de gremios y de comunidades árabe y judía.




El río Jalón separa la ciudad antigua de la moderna, con un trazado encauzado y con jardines a uno y otro lado. 




Puerta de Terrer, una de las entradas principales al recinto medieval




Sin duda el monumento de mayor interés es la Colegiata de Santa María, con su portada de 1528, original de Juan de Talavera, y su torre mudéjar. Es monumento nacional y la torre Patrimonio de la Humanidad. Nos quedaron ganas de ver su interior pero nos la cerraban apenas traspasamos el dintel de su puerta. Debemos conformarnos con las fotos y descripción que hace la página de turismo local.



Está enclava la Colegiata en la Plaza de San Marcos, en la que los inmuebles han sido restaurados de esta colorista manera. Es la plaza mejor conjuntada de la parte histórica de la ciudad.



Como toda ciudad antigua que se precie, Calatayud tiene su plaza mayor, aquí llamada Plaza del Mercado, en la que se ubican las Casas Consistoriales antiguas en este edificio renacentista del siglo XVI.






Fachadas y uno de los ángulos de la Plaza del Mercado

En recuerdo del antiguo zoco musulmán que se ubicó en este lugar se ha erigido una estatua de una agricultora que comercia con los productos de la huerta.



Había que seguir el recorrido por la la parte histórica antes de degustar las especialidades de la cocina local.
















Algunas de las calles de la ciudad e iglesia de San Andrés, fundada en el siglo XIV tras la reconquista de Calatayud por Alfonso I el Batallador al que se ha dedicado una estatua

Parecía tarea imposible, habida cuenta de las escasas horas que permaneceríamos en Calatayud, subir hasta el Castillo de Ayub y conjunto fortificado, que se alza en las alturas.






Debemos recurrir, por tanto, a la fotografía que inserta la web de turismo local y la web de Castillos de España

A estas alturas del día ya se echaba de menos la comida, para lo cual debíamos regresar a la parte moderna, en concreto al Paseo de las Cortes de Aragón, donde nos aseguraron que estaban la mayoría de los restaurantes.


Y ese paseo tiene esta curiosa configuración arbórea con plátanos de sombra (unos 140 en total) con sus ramas entrelazadas que en verano debe presentar un aspecto menos tétrico que cuando han perdido sus hojas.



El menú de oferta de las Jornadas Gastronómicas, que elegimos, fueron unas migas contundentes, con longaniza y huevo frito y solomillo con salsa de pimienta, a falta de unas chuletillas de ternasco ("lo sentimos pero no nos las han suministrado"). Todo muy aragonés. Para regar todo ello, una botella de tinto de crianza con denominación de origen de la zona.

Había que regresar lentamente a la estación, saboreando el regusto de los manjares, porque el tren nos aguardaba.


Durante el tiempo de nuestra estancia, el tren había sido apartado tras una unidad de regionales fuera de servicio. En poco minutos, la tripulación lo colocó en posición de partida.


Pero antes, todo el grupo nos hicimos una foto coral que aquí subimos.



Para finalizar la estancia, nuestro alumno no resistió a la tentación de hacerse una foto con el revisor que posó amablemente para dejar constancia del buen día que pasamos con este viaje de casi 500 km entre la ida y la vuelta. Un regreso al pasado con un tren de ayer que se fundió de pronto con un tren de hoy porque un AVE pasó a 300 km/h delante de nuestras narices.


La despedida de Calatayud nos brindó el paso fugaz de este AVE S-103 Madrid-Barcelona. La cámara consiguió pararlo porque para la vista fue como un cohete

Y así emprendidos el viaje de vuelta en el que nuestra flamante locomotora mantuvo una marcha constante de 160 km/h, salvo obligadas reducciones de velocidad a causa de las curvas. (MAM)