Estación del Norte de París: debajo vemos trenes Eurostar que aseguran la conexión ferroviaria con Londres bajo el Canal de la Mancha por el Eurotunnel. Los protocolos de seguridad para los viajeros son tan exigentes como los de los aeropuertos y las prescripciones técnicas de estos trenes tan rigurosas como las de los aviones
Los viajeros van de un país a otro en los aviones y ni éstos ni los aeropuertos tienen nada que los diferencie unos de otros. Los aviones saltan sin problemas las fronteras de los países. Los protocolos de información para los viajeros están bastante normalizados y para quienes suelen utilizar el tráfico aéreo estar en uno u otro país apenas representa ningún problema. Lo mismo sucede cuando uno utiliza el vehículo propio para hacer viajes internacionales: su carné de conducir es casi universalmente aceptado, la señalización apenas difiere de un país a otro y la gasolina para llenar el depósito se vende por doquier sin que haya más diferencia que el precio. Pero, ¿qué pasa cuando se quiere viajar internacionalmente en tren, en especial por Europa? Comprar billetes cuando intervienen dos o más países es algo sencillo para los iniciados, pero se convierte en un mundo para los profanos salvo que se acuda a una agencia de viaje. Los trenes también tienen multitud de barreras técnicas: diferentes sistemas de señalización, de electrificación, quizá incluso de ancho de vía. Los Estados se aferran a sus compañías ferroviarias nacionales, a sus peculiaridades organizativas... y mientras la Unión Europea legisla y legisla para homogeneizar ese galimatías, con escaso éxito.