Ante esta ordenada formación de trenes de fabricación suiza- de Stadler- quizá el lector pensase que nos habíamos trasladado al país helvético. Pero no, estamos en Tallinn, la capital de Estonia, y lo que aquí vemos son trenes en las vías de su estación central. Trenes modernos, puntuales, impecables, estaciones todas ellas diseñadas con el mismo patrón arquitectónico. Interventores que te venden el billete en el tren, incluso con tarjeta de crédito, personal ferroviario que te puede hablar en inglés o en ruso, aparte de en estonio. Con todos esos indicios no es fácil concluir que estamos en un país nórdico donde se han introducido las costumbres más cívicas en todo su mundo ferroviario, hasta el punto de causar admiración en quienes lo visitan. Quien esto escribe, aunque ya estuvo en Tallinn en épocas pasadas, no ha podido sustraerse a este ambiente de modernidad que también impregna su vida ciudadana.
Cuando se llega en tren a Tallinn la primera imagen que se tiene de su estación es ésta. Llama la atención, en un país con un invierno crudo, la ausencia de marquesinas en los andenes. Toda la arquitectura de las estaciones es muy moderna y uniforme pero sus diseñadores no han estimado conveniente añadir ese complemento protector de los viajeros, que sólo está presente en algunas estaciones que no cuentan con vestíbulo de viajeros o es muy reducido. El vestíbulo de la estación está en la planta baja del edificio alto. Todo lo no ocupado por el vestíbulo es un moderno hotel, propiedad del grupo Go Rail, la operadora de los trenes internacionales de Estonia con Rusia y Bielorrusia.
La propia instalación hotelera publicita en su web el aliciente ferroviario para sus huéspedes: pueden ver los trenes desde su habitación e incluso desayunar como si estuvieran en el andén.
Y no les falta razón porque en esta vista tomada desde el comedor a la hora del desayuno, se puede apreciar el tráfico de trenes a esa hora, con un regional delante de la cristalera y la locomotora del expreso de Moscú, recién llegado, en un segundo término. Todo un disfrute para los amantes del ferrocarril.
Sin embargo, mi primer contacto en esta ocasión con los trenes de Estonia no fue aquí, sino en la distante estación de Valga, a caballo entre Estonia y Letonia.
Tras haber llegado hasta allí en esta vetusta aunque cuidada unidad diésel de los ferrocarriles de Letonia, apareció unas horas después un moderno tren diésel de fabricación suiza, de Stadler, con wifi, aire acondicionado e interiorismo de última hora.
La estación, situada justo en la misma frontera, también tiene un aire de modernidad que contrasta con el deficiente estado de las infraestructuras ferroviarias de Letonia.
Por sorprendente que parezca, la única persona al cuidado de las instalaciones de esa estación era la empleada de los aseos. El alto sentido cívico de los habitantes de estos países bálticos mantiene las instalaciones en perfecto estado. No hay taquillas ya que los billetes se venden a bordo de los trenes. algo habitual en Estonia y bastante frecuente en Letonia. Incluso es posible comprar en el tren con tarjeta de crédito.
Ya en el exterior, una concesión a la historia ferroviaria domina el jardín contiguo a las nuevas instalaciones.
Se trata de esta impresionante locomotora de vapor colocada en ese lugar en 1988 para conmemorar el 110 aniversario de la línea ferroviaria Pskov-Valga-Riga. La locomotora es la SU 251-98 construida en 1949 en los astilleros rusos de Sormovo. Esos astilleros, además de construcción naval, tuvieron un importante papel en la construcción de locomotoras de vapor hasta tal punto de que entre 1898 y 1951 fabricaron un total de 3.886 unidades.
En Valga estuvo, durante la explotación de esa línea, el principal taller de locomotoras de vapor para atender los tráficos. La Segunda Guerra Mundial dañó severamente todas las instalaciones e incluso la propia estación, que ha sido reconstruida recientemente por segunda vez y ya con estándares muy modernos.
Ya llegados a Valga desde Riga, con transbordo de tren ante la falta de trenes directos, sólo quedaba ir hasta Tallinn. La línea se ve fácilmente en este mapa de la red ferroviaria de Estonia. Y el viaje fue agradable y puntual. Como esa línea no está electrificada el tren es de tracción diésel a pesar de lo cual resultaba extremadamente silencioso. El motivo de que no se transmitan a los coches ocupados por los viajeros en las unidades diésel el ruido de los motores estriba en que éstos se encuentran en un cuerpo independiente intercalado entre los coches. Un pasillo central, entre los motores permite el paso de los viajeros entre una parte y otra del tren. Dobles puertas insonorizadas a cada lado de esa unidad técnica cortan los ruidos.
El gálibo de esos trenes permite filas de 5 asientos. Y son de piso bajo en la zona de puertas, con el piso a nivel de andén. En las estaciones pequeñas, el andén exterior no abarca todo el tren sino sólo el coche central, lo que obliga a una apertura selectiva de las puertas y a que los viajeros deban andar por el interior para acceder al coche que les permita salir. La megafonía interior y teleindicadores electrónicos avisan con tiempo de esta circunstancia.
Cuentan también con asientos de primera clase en un extremo del tren y un amplio espacio para el transporte de bicicletas.
La marcha en todas las líneas es muy suave pues Estonia ha rehabilitado la totalidad de su trazado ferroviario con traviesas de hormigón y vías soldadas en barra larga. La puntualidad de los trenes es excelente. Cuando uno recorre exhaustivamente una red ferroviaria a veces se produce inevitablemente algún incidente, con retraso incluido. En una de esas ocasiones, la interventora se pasó gran parte del viaje devolviendo en el propio tren los importes de los billetes a los viajeros porque el retraso era indemnizable a pesar de que la culpa, en este caso, no fuese de la explotación ferroviaria.
Una flota muy moderna
La operadora de los trenes interiores de Estonia se denomina Elron y posee 18 trenes eléctricos de 3 y 4 coches y 20 de tracción diésel, de 2, 3 y 4 coches. Todos ellos son de fabricación suiza, de Stadler, entregados a partir de 2013. De ahí su aspecto de nuevos.
Anteriormente los servicios los efectuaban unidades diésel de RVR, similares a las que aún circulan en Letonia. Con la introducción del nuevo material y de la reforma total de la infraestructura y estaciones, los viajeros ha crecido en un 45 por ciento. La red no es extensa y en época invernal la mejor solución de transporte es el ferrocarril.
La longitud de la red es de 1.229 km, de los cuales 132 están electrificados a 3000v. En 2013 utilizaron los trenes interiores de Estonia, 4,1 millones de viajeros.
Los tráficos internacionales y las mercancías
Los mismo que sucede en Letonia y Lituania, los únicos tráficos internacionales de Estonia son con Rusia. Go Rail es la operadora que gestiona esos trenes desde 1998. Los destinos son dos: Moscú y San Petersburgo. En 2013 viajaron en ellos más de 156.000 personas.
Dada la cercanía de San Petersburgo a Tallinn los tráficos son ahora de 4 trenes diarios, 2 por sentido. El expreso de Moscú varía el número de coches de la composición en función de la demanda.
Por lo que respecta a las mercancías, a pesar del escaso desarrollo de la red de Estonia, los tráficos son importantes y, en 2013 ascendieron a 24,4 millones de toneladas. Principalmente se trata de trenes con origen o destino Rusia.
En esta fotografía, vemos a larguísimos trenes mercantes, principalmente compuestos por vagones cisterna con productos petrolíferos, en la estación de Narva, a punto de cruzar la frontera con Rusia. La casi totalidad de los vagones son de compañías rusas. Este país absorbe el 11,5% de todas las exportaciones de Estonia y gran parte de ellas se efectúan por ferrocarril.
Quizá uno de los viajes más interesantes efectuado en estos días en Estonia ha sido en la línea hasta Narva, en la frontera con Rusia, que hemos descrito en esta otra entrada y a ella nos remitimos.
Modernidad suiza en un ferrocarril nórdico que ofrece una imagen muy distinta a la que tenía hace pocos años, en nuestra anterior visita a Tallinn, ciudad en la que, además, el transporte publico es gratuito para sus residentes. (MAM)
Cuando se llega en tren a Tallinn la primera imagen que se tiene de su estación es ésta. Llama la atención, en un país con un invierno crudo, la ausencia de marquesinas en los andenes. Toda la arquitectura de las estaciones es muy moderna y uniforme pero sus diseñadores no han estimado conveniente añadir ese complemento protector de los viajeros, que sólo está presente en algunas estaciones que no cuentan con vestíbulo de viajeros o es muy reducido. El vestíbulo de la estación está en la planta baja del edificio alto. Todo lo no ocupado por el vestíbulo es un moderno hotel, propiedad del grupo Go Rail, la operadora de los trenes internacionales de Estonia con Rusia y Bielorrusia.
La propia instalación hotelera publicita en su web el aliciente ferroviario para sus huéspedes: pueden ver los trenes desde su habitación e incluso desayunar como si estuvieran en el andén.
Y no les falta razón porque en esta vista tomada desde el comedor a la hora del desayuno, se puede apreciar el tráfico de trenes a esa hora, con un regional delante de la cristalera y la locomotora del expreso de Moscú, recién llegado, en un segundo término. Todo un disfrute para los amantes del ferrocarril.
Sin embargo, mi primer contacto en esta ocasión con los trenes de Estonia no fue aquí, sino en la distante estación de Valga, a caballo entre Estonia y Letonia.
Tras haber llegado hasta allí en esta vetusta aunque cuidada unidad diésel de los ferrocarriles de Letonia, apareció unas horas después un moderno tren diésel de fabricación suiza, de Stadler, con wifi, aire acondicionado e interiorismo de última hora.
La estación, situada justo en la misma frontera, también tiene un aire de modernidad que contrasta con el deficiente estado de las infraestructuras ferroviarias de Letonia.
Exteriores e interior de la estación de Valga
Por sorprendente que parezca, la única persona al cuidado de las instalaciones de esa estación era la empleada de los aseos. El alto sentido cívico de los habitantes de estos países bálticos mantiene las instalaciones en perfecto estado. No hay taquillas ya que los billetes se venden a bordo de los trenes. algo habitual en Estonia y bastante frecuente en Letonia. Incluso es posible comprar en el tren con tarjeta de crédito.
Ya en el exterior, una concesión a la historia ferroviaria domina el jardín contiguo a las nuevas instalaciones.
Se trata de esta impresionante locomotora de vapor colocada en ese lugar en 1988 para conmemorar el 110 aniversario de la línea ferroviaria Pskov-Valga-Riga. La locomotora es la SU 251-98 construida en 1949 en los astilleros rusos de Sormovo. Esos astilleros, además de construcción naval, tuvieron un importante papel en la construcción de locomotoras de vapor hasta tal punto de que entre 1898 y 1951 fabricaron un total de 3.886 unidades.
En Valga estuvo, durante la explotación de esa línea, el principal taller de locomotoras de vapor para atender los tráficos. La Segunda Guerra Mundial dañó severamente todas las instalaciones e incluso la propia estación, que ha sido reconstruida recientemente por segunda vez y ya con estándares muy modernos.
Ya llegados a Valga desde Riga, con transbordo de tren ante la falta de trenes directos, sólo quedaba ir hasta Tallinn. La línea se ve fácilmente en este mapa de la red ferroviaria de Estonia. Y el viaje fue agradable y puntual. Como esa línea no está electrificada el tren es de tracción diésel a pesar de lo cual resultaba extremadamente silencioso. El motivo de que no se transmitan a los coches ocupados por los viajeros en las unidades diésel el ruido de los motores estriba en que éstos se encuentran en un cuerpo independiente intercalado entre los coches. Un pasillo central, entre los motores permite el paso de los viajeros entre una parte y otra del tren. Dobles puertas insonorizadas a cada lado de esa unidad técnica cortan los ruidos.
Unidad diésel de 2 coches con los motores intercalados entre ambos
El gálibo de esos trenes permite filas de 5 asientos. Y son de piso bajo en la zona de puertas, con el piso a nivel de andén. En las estaciones pequeñas, el andén exterior no abarca todo el tren sino sólo el coche central, lo que obliga a una apertura selectiva de las puertas y a que los viajeros deban andar por el interior para acceder al coche que les permita salir. La megafonía interior y teleindicadores electrónicos avisan con tiempo de esta circunstancia.
Cuentan también con asientos de primera clase en un extremo del tren y un amplio espacio para el transporte de bicicletas.
Zona reservada a la primera clase en un tren diésel de Estonia. Debajo, la zona para las bicicletas
La marcha en todas las líneas es muy suave pues Estonia ha rehabilitado la totalidad de su trazado ferroviario con traviesas de hormigón y vías soldadas en barra larga. La puntualidad de los trenes es excelente. Cuando uno recorre exhaustivamente una red ferroviaria a veces se produce inevitablemente algún incidente, con retraso incluido. En una de esas ocasiones, la interventora se pasó gran parte del viaje devolviendo en el propio tren los importes de los billetes a los viajeros porque el retraso era indemnizable a pesar de que la culpa, en este caso, no fuese de la explotación ferroviaria.
Una flota muy moderna
La operadora de los trenes interiores de Estonia se denomina Elron y posee 18 trenes eléctricos de 3 y 4 coches y 20 de tracción diésel, de 2, 3 y 4 coches. Todos ellos son de fabricación suiza, de Stadler, entregados a partir de 2013. De ahí su aspecto de nuevos.
Anteriormente los servicios los efectuaban unidades diésel de RVR, similares a las que aún circulan en Letonia. Con la introducción del nuevo material y de la reforma total de la infraestructura y estaciones, los viajeros ha crecido en un 45 por ciento. La red no es extensa y en época invernal la mejor solución de transporte es el ferrocarril.
La longitud de la red es de 1.229 km, de los cuales 132 están electrificados a 3000v. En 2013 utilizaron los trenes interiores de Estonia, 4,1 millones de viajeros.
Los tráficos internacionales y las mercancías
Los mismo que sucede en Letonia y Lituania, los únicos tráficos internacionales de Estonia son con Rusia. Go Rail es la operadora que gestiona esos trenes desde 1998. Los destinos son dos: Moscú y San Petersburgo. En 2013 viajaron en ellos más de 156.000 personas.
El expreso de Moscú y una locomotora de la clase TEP70 que suele remolcarlo habitualmente en territorio de Estonia. Go Rail posee 3 locomotoras de esta clase. Esta locomotora fue fabricada en 1990 en la antigua URSS por Kolomensky Zavod
Locomotora diésel rusa estacionada en Narva, en la misma frontera con Rusia, que remolca el expreso de Moscú a partir de ese punto. Pertenece a la misma clase, aunque la librea sea distinta
Tren autopropulsado diésel DR1A de Go Rail para los tráficos Tallinn-San Petersburgo. Esta y la foto del expreso de Moscú están tomadas desde la habitación del hotel, excelente atalaya para otear todo lo que se mueve en esa estación
Dada la cercanía de San Petersburgo a Tallinn los tráficos son ahora de 4 trenes diarios, 2 por sentido. El expreso de Moscú varía el número de coches de la composición en función de la demanda.
Por lo que respecta a las mercancías, a pesar del escaso desarrollo de la red de Estonia, los tráficos son importantes y, en 2013 ascendieron a 24,4 millones de toneladas. Principalmente se trata de trenes con origen o destino Rusia.
Quizá uno de los viajes más interesantes efectuado en estos días en Estonia ha sido en la línea hasta Narva, en la frontera con Rusia, que hemos descrito en esta otra entrada y a ella nos remitimos.
Modernidad suiza en un ferrocarril nórdico que ofrece una imagen muy distinta a la que tenía hace pocos años, en nuestra anterior visita a Tallinn, ciudad en la que, además, el transporte publico es gratuito para sus residentes. (MAM)