El estuario del "Cuerno de Oro" de Estambul con sus puentes. En primer término, el Puente Galata
Llegar a Turquía desde la humilde Bulgaria y hacerlo por Estambul es como dar un salto desde la pobreza a un país que podría compararse en desarrollo a cualquiera de los de Centroeuropa. Enorme modernidad por todas partes, junto a un gran apego a sus tradiciones, especialmente religiosas, pero con respeto para el resto de las culturas. Estos puentes sobre el "Cuerno de oro" que enlazan dos partes de una ciudad con más de 14 millones de habitantes, situada a caballo entre dos continentes, registran un tráfico espectacular como también lo registra su enorme red de ferries que atraviesan el Bósforo, la red de Metro o el enlace ferroviario Marmaray que une bajo el mar Europa y Asia. Estábamos asomados al mirador del Museo Topkapi viendo ésta y otras espectaculares vistas de la ciudad desde su edificio y llegamos a la conclusión de que Turquía es un país que debe ser considerado con mucho respeto.