El ferrocarril tuvo un origen muy prematuro en la República Checa. De hecho ya en 1828 circuló en ese país el primer tren tirado por caballos. Y en el origen de su ferrocarril estuvo fundamentalmente el transporte de mercancías, entre las cuales la cerveza tuvo un lugar importante. Con el paso de los años y la extensión de su red, que hoy rebasa los 9500 km, se fueron creando notables infraestructuras para los viajeros, entre otras la monumental estación central de Praga, de la que hablaremos con detalle otro día. Pero hoy quiero detenerme en el homenaje que un restaurante de Praga ha hecho a su ferrocarril montando en su interior una notable red de transporte de las cervezas y otras bebidas desde la barra hasta todas y cada una de las mesas donde los comensales esperan ávidos la llegada de tan singular transporte. Su nombre es Vytopna y comer en él es un todo un disfrute para chicos y mayores.
Si uno se organiza bien en su viaje a Praga puede conseguir alojamiento en un hotel situado frente a la estación central, en un edificio antiguo totalmente remozado donde disfrutar, entre otras cosas, de la excelente vista de la estación principal de la ciudad, tal como vemos en la foto, tomada desde la habitación que ocupo estos días,
No lejos de allí se encuentra el centro histórico, a donde se puede llegar a pie dando un paseo. Y tampoco lejos de allí está el restaurante al que nos referimos, tan popular que es preciso reservar mesa, a veces con varios días de antelación. Y es que no resulta frecuente que te lleven en tren hasta tu mesa la comanda de las bebidas a cargo de una flota de 15 trenes mercantes, que recogen lo más destacado de la historia de la tracción, desde la humilde locomotora de vapor hasta las más modernas eléctricas. Un notable despliegue de vías, un preciso sistema informático para que los trenes lleguen a la mesa elegida y mucha imaginación por parte de los propietarios y empleados, que incluyen hasta el silbato para dar la orden de partida de cada tren. La barra se han transformado en una estación de clasificación desde la que se expiden constantemente trenes con los vagones precisos para remolcar toda la carga.
Hay que ver la cara de sorpresa de los chavales cuando ven desfilar ante sus ojos semejante cargamento con destino a algún lugar del interior.
La algarabía que se monta en el trasiego de los trenes, con chavales corriendo de un lado para otro siguiendo el recorrido hasta su mesa, es tan divertido que añade un aliciente desconocido en cualquier restaurante normal, donde los críos comen rápido y luego se aburren sin que los padres sepan qué hacer con ellos.
Como el restaurante tiene un considerable tamaño, con diversos ámbitos, la instalación exige viaductos, incluso de doble piso, túneles, pasos a nivel para que el personal que sirve las mesas pueda moverse por su interior, túneles, etc., y todo ello adornado con estaciones de diverso tamaño y paisajes para decorar el recorrido.
A veces llegan hasta la mesa auténticas joyas de la tracción, como esta V200 diésel alemana que remolcó, hasta su retirada en 1984, muchos trenes de viajeros de larga distancia. Los más pequeños pueden disfrutar también de juegos de mesa relativos al ferrocarril, una zona de esparcimiento exclusiva e incluso maquetas en estancia para ellos en otro lado del restaurante.
También se puede pedir que las bebidas lleguen en un tren especial con aire del "tren de la bruja" si se quiere darles una sorpresa.
No sólo en ese restaurante hay diversión relacionada con el ferrocarril, o en este caso con los tranvías porque en la misma zona de la Plaza Wenceslao podemos ver un par de tranvías de los típicos de Praga convertidos en un bar con terraza.