Estación de Almagro, 21 de mayo, 12:20' horas. Un tren diésel de Media Distancia procedente de Badajoz y con destino Alcázar de San Juan se estaciona para recoger viajeros. Detrás se ve una locomotora de tiempos pasados remolcando cinco coches con colores variopintos, de hace más de 30 años. ¿Se rueda alguna película? ¿Es tal vez el decorado de una obra de teatro de las muchas que se representan en esa ciudad manchega? No, es un tren real. Es el llamado "Tren de los años 80" que gestiona la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid (AAFM) y que ayer ha circulado desde Madrid hasta Almagro en un viaje turístico, lleno de viajeros ansiosos por disfrutar de tan bella ciudad, donde la comedia, la gastronomía, el paisaje rural y urbano y la amabilidad de sus ciudadanos crean el marco perfecto para pasar un día inolvidable.
Almagro es un ciudad de unos 10.000 habitantes, situada en la provincia de Ciudad Real, a unos 200 km en tren desde Madrid, con un pasado rico en acontecimientos y edificios, que hoy día no se ha resignado a pasar a un segundo o tercer plano, como tantas ciudades que antaño fueron famosas. Almagro tuvo tren desde el 21 de enero de 1861 y unos años antes también llegó a ella el telégrafo. Quizá experimentó cierta decadencia en la primera mitad del siglo XX, pero allá por los años 50, tras la restauración del Corral de Comedias, inicia una andadura en el mundo del teatro que la ha hecho famosa. Su cuidada arquitectura urbana ha merecido también la declaración de Conjunto Histórico-Artístico y su Festival Internacional de Teatro Clásico la ha situado en el universo de Thalía y el mundo de la farándula.
Este tren ha llegado hasta allí trayendo aromas ferroviarios del pasado, con cierto aire de modernidad calculada y velocidad moderada, de esa que te permite contemplar el paisaje y disfrutar del entorno durante el trayecto, que tampoco hay que ir tan rápido cuando de hacer turismo se trata. Una parte importante en estos viajes ferroviarios es lo que acontece junto a las vías hasta que se llega a destino.
El tren salió de Madrid-Chamartín a hora temprana para detenerse brevemente en la estación de Cercanías de Atocha. Quizá alguno de los viajeros que a esa hora andaba por sus andenes, esperando algún tren de los modernos, debió de frotarse los ojos al paso de la locomotora 269 "Gato Montés" (la "Gata" como es conocida por los aficionados ferroviarios) con su amarillo chillón y su frontal tuneado. No es una circulación habitual.
Antes de llegar a destino hizo paradas en Aranjuez, Alcázar de San Juan y Manzanares. Algunos viajeros subieron también en ellas hasta casi llenar las plazas disponibles.
¡Que comience el espectáculo!
El plato fuerte del programa de la mañana en Almagro consistía en asistir a una visita teatralizada en el Corral de Comedias. Antes escribía que nuestro tren era real, que no se trataba de ningún decorado. Pero esto no era exactamente así. Llevábamos un decorado escénico sobre las vías. El coche de primera clase de nuestro tren se había utilizado en el rodaje de la película "Julieta" de Almodóvar. El departamento número 4 de ese coche fue el escenario del rodaje en el ramal de Algodor. El tapizado de los asientos se cambió del color caldero del resto del coche al rojo reventón. Los que tenían plaza reservada en el departamento unas veces salían de él para que los viajeros hiciesen fotografías y otras simulaban la escena. Un cartel en el pasillo recuerda el evento. Estas son las fotos.
El viaje hasta Almagro se hace en su primera parte por la línea de Andalucía hasta Manzanares. Es un paisaje suave que recorre la vega del Tajo en la zona de Aranjuez y luego la llanura de La Mancha, en cuyo centro ferroviario está Alcázar de San Juan. En esta última población ya estuvimos anteriormente para describir la decadencia ferroviaria de la localidad y su estación, venida a menos al compás de las sucesivas inauguraciones de líneas de alta velocidad hacia el sur y el este de España.
En el anterior viaje que en este mismo tren hicimos recientemente a Calatayud, decenas de fotógrafos aficionados al ferrocarril seguían el viaje encaramados en las alturas del paisaje, como aves de presa en busca de comida. En este otro viaje, a falta de riscos y montañas, los puentes de carretera sobre las vías eran la atalaya perfecta para inmortalizar nuestro paso. Pronto empezarán a aparecer las fotos en foros ferroviarios y en las páginas de los aficionados.
Bien corto se hizo el viaje y una vez en Almagro, todos nos apresuramos a abandonar el tren y dirigirnos al centro de la ciudad, hacia el Corral de Comedias (Las dos últimas fotos son de la AAFM).
Como nuestro destino era el Corral de Comedias, nos agolpamos en la puerta, mezclados con los numerosos turistas del día y hasta con un equipo femenino de balonmano de Zamora que participaba en un campeonato en la ciudad.
El Corral de Comedias es un espacio escénico, único en el mundo, con casi 400 años de antigüedad, que permanece en activo. Aparte de las representaciones programadas, tienen lugar en él visitas teatralizadas -como a la que asistimos- en las que los actores representan piezas escritas en lenguaje de la época en la que aquí se iniciaron las representaciones. También interactúan con el público con escenas hilarantes.
Antes y después de la representación, la Plaza Mayor se llenó de visitantes animados por la buena climatología de la jornada. En esta foto, vemos la Cruz de Mayo colocada en lugar prominente de la plaza.
El lapso de tiempo entre la representación del Corral de Comedias y la comida, concertada en un restaurante típico de la ciudad, nos permitió recorrer algunos lugares a los que luego nos referiremos.
Almagro, a pesar de su escasa población, cuenta con una planta hotelera y hostelera de altísimo nivel, entre los que se encuentra un Parador de Turismo. La afluencia de visitantes es elevada a lo largo del año y, singularmente en el mes de julio, en el que la variedad de representaciones en los teatros de la ciudad, la pone a la altura de una gran capital europea. Por eso son muchos los que acuden a esos eventos.
Pasear por las calles de Almagro es contemplar una sucesión de casas pulcramente conservadas con palacios diseminados por todo el centro, muestra de la pujanza que hubo en los siglos XVI y XVII. Una excelente urbanización que ha respetado las líneas arquitectónicas originales, con un elevado nivel de protección, han permitido que todo ese patrimonio llegue incólume hasta nuestros días, poniendo también en valor muchos edificios con fines culturales.
El lugar de la comida no pudo ser más acorde con el conjunto arquitectónico, en un patio cubierto. Un opíparo menú de desgustación típico manchego en el que no faltaron las gachas, las migas, el revuelto de setas con ajetes y gambas, además de una ensalada de la huerta con vino de La Mancha a discreción, fue el preámbulo para la pierna de ciervo de los Montes de Toledo, que algunos elegimos para hacer honor a la gastronomía local.
Esta era la visión del ciervo con su sabor agreste. Uno de los miembros de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid, que atendía la insuperable organización, me reveló confidencialmente que, a lo largo del viaje de ida, tiradores apostados en los laterales del tren se iban cobrando las piezas de los ciervos para anticipar la comida. La broma merecía ser cierta. Hubiese sido ya el colofón de un viaje tan bien previsto.
Terminada la comida con tantas viandas a cuesta, entre las que no faltaron los postres típicos de la zona, nos habíamos reservado dos visitas indispensables: el Museo Nacional del Teatro y el Palacio de los Fúcares.
La visita al Museo Nacional del Teatro, situado en los Palacios Mestrales de la Orden de Calatrava, no debe omitirse por nadie que vaya a Almagro. Su fondo museístico nos permite contemplar vestuarios, tramoyas, escenas famosas de obras teatrales, etc, desde una antigüedad remota hasta nuestro pasado más reciente.
Del extenso fondo que ofrece el Museo me he quedado con estas dos vistas: la de un teatro romano y la de las representaciones que tenían lugar en el Parque del Buen Retiro de Madrid, cuando era jardín privado de la monarquía española.
Del Museo Nacional del Teatro, al Palacio de los Fúcares. Estos banqueros alemanes (Familia Fugger) que se convirtieron en prestamistas de Carlos I y explotadores a cambio de las minas de mercurio de Almadén, fueron los artífices del pasado esplendor arquitectónico de Almagro.
No eran estas fechas las más fuertes en las representaciones teatrales de Almagro por lo que, salvo el Corral de Comedias, los otros espacios escénicos estaban cerrados.
Como estoy seguro de que muchos lectores querrán asistir a representaciones, inserto la programación del próximo mes de Julio.
En cualquier caso, en la web del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro tienen la programación completa y cómo comprar las entradas.
El viaje de vuelta en el tren fue tan plácido como el de ida. Si acaso alguna visita al coche de cola -muy solicitado por los aficionados al ferrocarril-, ya que desde él se podía divisar la vía que íbamos recorriendo.
El tren llegó a Atocha y luego a Chamartín una vez anochecido. En esta foto de la AAFM, la cola del tren estacionado en Atocha Cercanías. En resumen, un viaje interesante con un público entusiasta y una extraordinaria organización de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid. (MAM)
¡Que comience el espectáculo!
El plato fuerte del programa de la mañana en Almagro consistía en asistir a una visita teatralizada en el Corral de Comedias. Antes escribía que nuestro tren era real, que no se trataba de ningún decorado. Pero esto no era exactamente así. Llevábamos un decorado escénico sobre las vías. El coche de primera clase de nuestro tren se había utilizado en el rodaje de la película "Julieta" de Almodóvar. El departamento número 4 de ese coche fue el escenario del rodaje en el ramal de Algodor. El tapizado de los asientos se cambió del color caldero del resto del coche al rojo reventón. Los que tenían plaza reservada en el departamento unas veces salían de él para que los viajeros hiciesen fotografías y otras simulaban la escena. Un cartel en el pasillo recuerda el evento. Estas son las fotos.
La última de las fotos es la de la escena de la película
En el anterior viaje que en este mismo tren hicimos recientemente a Calatayud, decenas de fotógrafos aficionados al ferrocarril seguían el viaje encaramados en las alturas del paisaje, como aves de presa en busca de comida. En este otro viaje, a falta de riscos y montañas, los puentes de carretera sobre las vías eran la atalaya perfecta para inmortalizar nuestro paso. Pronto empezarán a aparecer las fotos en foros ferroviarios y en las páginas de los aficionados.
La bien surtida cafetería del tren comenzó desde el inicio a suministrar desayunos con porras y otras viandas. En el viaje de regreso, las bebidas frescas fueron las más demandadas (Foto AAFM)
Bien corto se hizo el viaje y una vez en Almagro, todos nos apresuramos a abandonar el tren y dirigirnos al centro de la ciudad, hacia el Corral de Comedias (Las dos últimas fotos son de la AAFM).
Exterior de la estación de Almagro y una vista del Paseo de la Estación que desde ella se dirige hacia el centro de la ciudad
La Plaza Mayor a nuestra llegada, con su típica configuración de ventanales. Al fondo, el edificio del Ayuntamiento y a la izquierda las torres de la iglesia de San Agustín. Hasta las papeleras de la ciudad proclamaban que estábamos en el antiguo territorio de la Orden de Calatatrava
En el otro extremo de la plaza se encuentra la estatura ecuestre del conquistador española Diego de Almagro, aquí nacido en 1475, que llegó a ser Adelantado y Gobernador de Nueva Toledo y participó en el descubrimiento de Chile
El Corral de Comedias es un espacio escénico, único en el mundo, con casi 400 años de antigüedad, que permanece en activo. Aparte de las representaciones programadas, tienen lugar en él visitas teatralizadas -como a la que asistimos- en las que los actores representan piezas escritas en lenguaje de la época en la que aquí se iniciaron las representaciones. También interactúan con el público con escenas hilarantes.
Antes y después de la representación, la Plaza Mayor se llenó de visitantes animados por la buena climatología de la jornada. En esta foto, vemos la Cruz de Mayo colocada en lugar prominente de la plaza.
El lapso de tiempo entre la representación del Corral de Comedias y la comida, concertada en un restaurante típico de la ciudad, nos permitió recorrer algunos lugares a los que luego nos referiremos.
Almagro, a pesar de su escasa población, cuenta con una planta hotelera y hostelera de altísimo nivel, entre los que se encuentra un Parador de Turismo. La afluencia de visitantes es elevada a lo largo del año y, singularmente en el mes de julio, en el que la variedad de representaciones en los teatros de la ciudad, la pone a la altura de una gran capital europea. Por eso son muchos los que acuden a esos eventos.
Entrada al Parador de Turismo, antiguo convento franciscano de Santa Catalina
Pasear por las calles de Almagro es contemplar una sucesión de casas pulcramente conservadas con palacios diseminados por todo el centro, muestra de la pujanza que hubo en los siglos XVI y XVII. Una excelente urbanización que ha respetado las líneas arquitectónicas originales, con un elevado nivel de protección, han permitido que todo ese patrimonio llegue incólume hasta nuestros días, poniendo también en valor muchos edificios con fines culturales.
El lugar de la comida no pudo ser más acorde con el conjunto arquitectónico, en un patio cubierto. Un opíparo menú de desgustación típico manchego en el que no faltaron las gachas, las migas, el revuelto de setas con ajetes y gambas, además de una ensalada de la huerta con vino de La Mancha a discreción, fue el preámbulo para la pierna de ciervo de los Montes de Toledo, que algunos elegimos para hacer honor a la gastronomía local.
Esta era la visión del ciervo con su sabor agreste. Uno de los miembros de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid, que atendía la insuperable organización, me reveló confidencialmente que, a lo largo del viaje de ida, tiradores apostados en los laterales del tren se iban cobrando las piezas de los ciervos para anticipar la comida. La broma merecía ser cierta. Hubiese sido ya el colofón de un viaje tan bien previsto.
Terminada la comida con tantas viandas a cuesta, entre las que no faltaron los postres típicos de la zona, nos habíamos reservado dos visitas indispensables: el Museo Nacional del Teatro y el Palacio de los Fúcares.
La visita al Museo Nacional del Teatro, situado en los Palacios Mestrales de la Orden de Calatrava, no debe omitirse por nadie que vaya a Almagro. Su fondo museístico nos permite contemplar vestuarios, tramoyas, escenas famosas de obras teatrales, etc, desde una antigüedad remota hasta nuestro pasado más reciente.
Fachada y patio interior del edificio del Museo Nacional del Teatro de Almagro
Del extenso fondo que ofrece el Museo me he quedado con estas dos vistas: la de un teatro romano y la de las representaciones que tenían lugar en el Parque del Buen Retiro de Madrid, cuando era jardín privado de la monarquía española.
Del Museo Nacional del Teatro, al Palacio de los Fúcares. Estos banqueros alemanes (Familia Fugger) que se convirtieron en prestamistas de Carlos I y explotadores a cambio de las minas de mercurio de Almadén, fueron los artífices del pasado esplendor arquitectónico de Almagro.
Entrada, patio interior y despacho del banquero en el Palacio de los Fúcares. La historia detallada se puede leer en el enlace insertado
Teatro Municipal y Teatro Hospital de San Juan
En cualquier caso, en la web del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro tienen la programación completa y cómo comprar las entradas.
El viaje de vuelta en el tren fue tan plácido como el de ida. Si acaso alguna visita al coche de cola -muy solicitado por los aficionados al ferrocarril-, ya que desde él se podía divisar la vía que íbamos recorriendo.
Dos tramos muy distintos de la vía: el primero entre Almagro y Manzanares y el segundo desde esa estación hasta Alcázar de San Juan
El tren llegó a Atocha y luego a Chamartín una vez anochecido. En esta foto de la AAFM, la cola del tren estacionado en Atocha Cercanías. En resumen, un viaje interesante con un público entusiasta y una extraordinaria organización de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid. (MAM)