23 de agosto de 2013

Helsinki, la moderna ciudad de las 330 islas


El 10 de mayo de 1992 partía de la estación central de Helsinki el primer tren diurno que la comunicaba directamente con San Petersburgo, y que fue denominado "Sibelius", en honor del compositor finlandés Jean Sibelius, el mayor exponente de la música clásica de Finlandia, que también contribuyó a formar su identidad nacional. El "Sibelius" tardaba incialmente 6 horas que se fueron recortando hasta 5h 6' en 2006. Ese tren estuvo circulando hasta el 12 de diciembre de 2010 en que comenzaron a circular los trenes "Allegro" entre ambas ciudades, cuyo tiempo de trayecto se ha reducido a 3h 36'. Sibelius fue un gran precursor de la moderna Finlandia y por ello la ciudad de Helsinki le ha dedicado este monumento que vemos en la foto en un parque que lleva su nombre, situado junto a una bahía del Golfo de Finlandia. Por eso me parecía excelente terminar estas entradas relacionadas con Finlandia escribiendo hoy sobre la modernidad que se respira en su capital: Helsinki.

A lo largo de estas semanas hemos recorrido en tren 2.690 km a través de este extenso país trufado de lagos. Hemos tratado de llevar a los muchos miles de lectores de este Blog la realidad de un país a través de su red ferroviaria e invitado a que otros hagan esos mismos recorridos en sus modernos trenes y a través de sus paisajes. Ahora tocaba dedicar algo de atención a una ciudad que ha ido creciendo y ensanchándose sobre 330 islas desde las más grandes, con barrios enteros dentro, hasta las más diminutas, habitadas sólo por una familia, o vacías de habitantes pero llenas de naturaleza virgen.


Navegando por las aguas del Golfo de Finlandia en las cercanías de Helsinki, con destino a la histórica isla de Suomenlinna ("Castillo finlandés") el horizonte se ve casi plano, en el que las diferentes islas apenas levantan del suelo más que la envergadura de los árboles y los tejados de las edificaciones.

Pero Finlandia, a pesar de la escasa elevación de sus paisajes, no es un país plano sino muy pujante, que ha conseguido una economía equilibrada. un alto nivel educativo, una estabilidad social y política considerable y un desarrollo ferroviario en el que prima la ecología, el respeto por la naturaleza y la mayor comodidad de sus habitantes.


Basta girar la cámara desde donde está tomada la foto de ese mar lleno de islas planas para captar esta otra imagen de actividad portuaria, de ferries llenos de pasajeros, de cruceros de todo el mundo que vienen a captar la realidad de esta tierra.

Una tierra amante de la tradición, con sus numerosos edificios de madera que encierran una confortable vida familiar compatible con edificios edificios modernas, en los que se desarrolla una intensa actividad empresarial y calles en las que se aparecen esculturas modernas.


Esto es Helsinki, en cuyas calles no faltan los mercadillos y en las que la movilidad ciudadana está basada en una pequeña red de metro y una extensa red de tranvías.


Deambulando un día por las inmediaciones de la zona portuaria de la Terminal Oeste recalé en un curioso mercadillo a cuya espalda está un antiguo mercado de pescado, convertido hoy en una moderna instalación de tiendas. En la amplia plaza, familias de la ciudad trataban de vender aquellos artículos que no tenían ya cabida en casa. Me detuve a hablar con una de ellas que estaba al completo, hijo incluido, liquidando objetos antiguos y hasta los juguetes del chaval cuando era un crío. Este es uno más de los contrastes de Helsinki. Tradición y modernidad.


Desde esa misma plaza podía divisarse la imagen de este enorme ferry que enlaza Helsinki con San Petersburgo, con un alto tráfico de vehículos y pasajeros. Ya se ha borrado el recuerdo de que un día Finlandia fue rusa pero es creciente el intercambio de viajeros y mercancías con la Rusia moderna.

También desde esa plaza del mercadillo, justo frente al ferry, están las instalaciones de los astilleros Arctech, especializados en buques rompehielos, donde se han construido más de la mitad de este tipo de buques que operan en el mundo.


Y esto nos recuerda que Helsinki, cuyo verano es suave y agradable, tiene inviernos rigurosos donde se han llegado a registrar temperaturas de 34º bajo cero, mínima récord que han registrado los termómetros. Todo está preparado para ello: desde los buques que rompen el hielo de las aguas para que no se interrumpa el tráfico marítimo, hasta edificaciones que permiten a sus moradores tener una temperatura confortable mientras en el exterior el termómetro se precipita hacia abajo. En entradas anteriores se recoge la visita a la Laponia finlandesa en esta época veraniega, pero el lector amante de las lecturas viajeras descubrirá en este Blog otros viajes que quien escribe ha hecho a la Laponia sueca, con temperaturas iguales a esa mínima absoluta registrada en Helsinki. 


Quienes llegan a Helsinki en tren podrán contemplar a muy poca distancia de la estación central de ferrocarril, esta sobria fachada de granito. Es el Parlamento de Finlandia. Ahora no era periodo de sesiones pero pudimos visitar y conversar con alguno de sus representantes.


Su hemiciclo permanecía vacío y mudo en contraste con la actividad que allí se desarrolla en los periodos de sesiones. Pocos asuntos controvertidos se tratan en él, a tenor del pacifico desarrollo de la vida política en Finlandia. Quizá este año tengan alguno de mayor calado como es la proposición de ley presentada por miles de ciudadanos para que sea eliminada la enseñanza obligatoria del sueco en las escuelas. Y esto nos lleva a otra realidad: Finlandia es un país bilingüe donde el sueco, con el finlandés, son los idiomas oficiales. En Laponia se habla también el dialeto sami.

Quienes se adentren en Finlandia, especialmente en tren, estarán oyendo constantemente los mensajes de la megafonía en ambos idiomas porque los nombres de muchas poblaciones son distintos según se tome el nombre finlandés o el sueco y a veces esa diferencia es abismal.


La red de Metro de Helsinki es pequeña para una ciudad de más de 600.000 habitantes y unos 1,3 millones en su área metropolitana: una línea de 21 km con dos brazos al Este y una prolongación al Oeste de 13,9 km, que se pondrá en servicio en 2015. En pleno centro de la ciudad cuenta con un intercambiador con el ferrocarril en la estación central (Rautatieasema) y otro intercambiador con los autobuses en la estación de Kamppi.



La entrada a la estación de Kamppi está en el interior de un importante centro comercial en un edificio moderno y espectacular, que debajo tiene una estación de autobuses regional y nacional, con 57 dársenas y un enorme aparcamiento.

Aparte del Metro opera una extensa red de tranvías con unos 78 km de longitud, casi todos iguales de color, porque se ha uniformizado la librea a tonos verdosos, como el de la foto, aunque aun subsisten algunos con los tonos antiguos.


Los antiguos tranvías de Helsinki tenían un aspecto mucho menos moderno que el que vemos ahí, pero alguno ha acabado con cometidos culinarios en un mercadillo.


Una de las inveteradas costumbres de Finlandia cuando el viajero llega al hotel, es que le informan de dos horarios clave: el de la hora del desayuno y el horario de la sauna, donde finlandeses y extranjeros de cualquier edad forman una tertulia a 100 grados en "puribus naturalis" como la que haría cualquier familia española en la sala de estar. 

En Finlandia hay más saunas que vehículos particulares, algo que forma parte de la tradición. Se desintoxica el cuerpo y la mente y se recupera la calma. Quizá por eso en Helsinki, a pesar de ser una gran ciudad, la gente anda despacio y con tranquilidad, ajena a las prisas que vemos en muchas capitales europeas.

Paseos ajardinados, como el del bulevard de Esplanadi se llenan de paseantes apenas luce el sol y las familias llevan a sus chavales más pequeños a jugar con el agua de la fuente que está al inicio del paseo.

Pero Helsinki es también una ciudad muy moderna con edificios que han creado escuela arquitectónica como el de la Ópera.


Es curioso que la primera representación operística que tuvo lugar en Helsinki fuera "El barbero de Sevilla", de Rossini, en 1849, aunque no en el edificio que aquí vemos, construido en 1993. Otros muchos edificios de contenido cultural están muy cercano a éste.


¿Recuerdan que en 1952 se celebraron en Helsinki los Juegos Olímpicos de verano? Esta torre que vemos en la foto es la del estadio olímpico que está a muy poca distancia de la Ópera nacional.

Precisamente junto a la Ópera y al estadio olímpico está uno de los muchos parques de Helsinki.


En sus jardines, junto al Palacio de la Ópera, una pista de madera con una orquesta invitaba en estos días atrás a los paseantes a bailar ritmos de los años 50. Y bien que animada estaba. Porque Helsinki es una ciudad muy alegre y bulliciosa compatible con el serio ambiente de trabajo que se nota en sus empresas.

Ese parque lineal es la orilla Oeste del lago Töölönlahti, sobre el cual pasa el Este el ferrocarril para acceder a la estación central.


Por eso podemos disfrutar de una tarde de paseo y fotografiar todos los trenes que entran o salen de esa estación, junto al puesto de mando de todos los ferrocarriles de Finlandia, situado en ese edificio que vemos junto al lago.

Una visita a la ciudad no puede omitir el blanco edificio de la catedral luterana -uno de los monumentos más importantes de Finlandia- en la gran plaza donde está situada la estatua del zar Alejandro II, que también fue Gran Duque de Finlandia y al que se le debe el engrandecimiento de la ciudad y la planificación de los primeros ferrocarriles finlandeses.



Ni tampoco dejar de visitar la catedral ortodoxa que está junto a una de las zonas portuarias, cuyas cúpulas de estilo ruso, construidas en ladrillo y rematadas en cobre, pugnan con los mástiles de los barcos veleros amarrados en las inmediaciones.




A otras tres iglesias originales y muy visitadas querría referirme. La primera que se ve en estas fotos es la que tiene la aguja más elevada de todo Helsinki. es la Mikael Agricolan kirkko. La segunda es la famosa Temppeliaukion kirkko, excavada en una roca y la tercera es la Kampin kappeli, de aspecto futurista, situada junto al centro comercial y estación de Metro de Kamppi.


Desde las murallas defensivas de la isla de Suomenlinna podemos ver con unos prismáticos gran parte de los edificios que sobresalen de los tejados de Helsinki. Y esa vista privilegiada nos recuerda que la ciudad es un archipiélago que rodea a la parte antigua, establecida en tierra firme.



Casi cada día debía tropezarme en Helsinki con estos animales. El ejemplar de alce, en bronce, está junto a la entrada del Museo de Ciencias Naturales, pero el oso y su cría lo tenía frente a la puerta de la habitación del hotel en una enorme foto que ocupaba un lienzo de pared. Ambos me recordaban que, por encima de todo ese entorno urbano, Finlandia es naturaleza, apenas domesticada, lo que es una de las características esenciales que dan encanto al país.

Debo poner punto y final porque me espera el regreso pero no será un adiós sino un hasta luego porque quienes vienen algunas vez a esta tierra vuelven más pronto que tarde.

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