28 de enero de 2013

Zurich: El misterio de la Bahnhofstrasse

Muchas poblaciones de todo el mundo tienen una calle del Ferrocarril pero la de Zurich es muy especial, con sus muchos comercios, sus tranvías y su frondosa vegetación de árboles. La Bahnhofstrasse -como se dice en alemán "calle de la estación del ferrocarril"- no es una vía del extrarradio ni apartada del casco urbano. Se trata de la principal arteria de la ciudad que, además y según la leyenda, esconde un secreto inquietante.


La segunda vez que fui a Zurich -la primera fue sólo de paso hacia Austria- lo hice en el "Catalán Talgo" desde Barcelona a Ginebra. Era el año 1969 y hacía pocos meses que se había puesto en servicio ese mítico tren español. En Ginebra, tras pasar allí un par de días visitando la ciudad, tomé un regional con destino a Zurich. El motivo de mi estancia iba a ser académico por lo que me esperaban un par de meses para conocerla a fondo.

Mi primera sorpresa fue descubrir un auténtico arsenal bélico en el armario de la habitación del alojamiento universitario que me habían asignado. Era de mi compañero, en pleno servicio militar, cuyas armas y munición guardaba allí, como es habitual en Suiza. Algo que para un español y en aquellos años resultaba completamente insólito.

Y a poco que pude pasearme por las calles de Zurich, me comentaron que la flamante Bahnhofstrasse, que va desde la estación hasta el gran lago urbano llamado Zurichsee, estaba hueca por debajo y que en ella había cámaras acorazadas en las que se guardaba el oro de medio mundo y las fortunas de miles de ciudadanos de muchos países que las escondían así al fisco. Nada en la superficie había que revelase tan importante tesoro salvo la sucesión de bancos a lo largo de la calle entre los que destacaba el Banco Nacional de Suiza, al otro extremo, ya cerca del lago.

Nunca supe si se trataba de un leyenda o de una realidad lo del oro y las fortunas escondidas bajo la calle, pero habida cuenta de las informaciones que menudean por todos los países me parece que estaban en lo cierto.



Ya no volví por esa ciudad suiza hasta 2011 y nada más bajarme del Tren Hotel "Pau Casals" que es el de la foto y en el que llegué desde Barcelona, me acordé de la leyenda urbana. Ya no me interesaba averiguar nada más sino visitar la ciudad y todas las cosas interesantes que tiene el ferrocarril en ella, porque en sus comienzos hay una curiosa relación con España, que ya conté en esta otra entrada.








Voy a aprovechar también para volver de nuevo sobre la historia del soberbio edificio de la estación central de Zurich, cuya entrada lateral  -de cara a la Bahnhofstrasse- podemos ver en esta fotografía. La estatua que se ve en primer término es la del ingeniero Alfred Escher, uno de los pioneros del desarrollo del ferrocarril en Suiza.

Aunque la construcción inicial data de 1847, la fachada de la estación es de 1871, cuando se procedió a la primera modernización de las instalaciones. Porque el primitivo edificio tenía el aspecto que recoge este grabado de la época.


La nueva fachada se adosó al edificio lateral que vemos a la izquierda del grabado. Hay que destacar la curiosa disposición de las vías que salían del edificio para converger en una rotonda. De esta forma se realizaba el cambio de sentido de las locomotoras. El río que vemos en primer término es el Limmat. El brazo que sale a la izquierda hacia arriba fue cegado en su momento para poder construir la plaza de la estación, tal como es actualmente y que data de 1970.

En un antiguo plano en planta podemos ver con más detalle la configuración del edificio y las vías.


Aquí podemos contemplar la forma original del edificio de la estación de 1847, cuando arribaba a ella el "Ferrocarril de los panecillos españoles". También se observan en la foto tres rotondas más que permitían apartar las pequeñas locomotoras de entonces a un taller lateral para su mantenimiento. El río situado a la derecha es el Sihl, afluente del Limmat con el que converge aguas arriba de la estación. La ampliación posterior de la playa de vías de la estación, que fue sacada del actual vestíbulo, obligó a cubrir el cauce del Sihl que ahora discurre bajo los andenes en superficie, todos ellos en fondo de saco, y sobre los andenes pasantes situados a nivel inferior, correspondientes a las líneas del S-Bahn. Se forma así un curioso emparedado del río entre las vías ferroviarias. 

Una vista de cómo se fueron extendiendo los andenes sobre el Sihl, nos la muestra esta histórica foto de comienzos del pasado siglo.




Más abajo podemos ver el esquema de disposición de las vías en la actualidad.






Y así queda actualmente el conjunto del edificio de la estación y las vías. La fila de árboles que se ve en el centro de la foto hacia la izquierda es la ribera del Sihl.


Aquí tenemos dos aspectos de la disposición de las vías de la estación. En la parte superior la vista es de forma transversal. El río pasa junto a ese pasillo peatonal situado bajo las vías superiores,. Debajo, a la izquierda, las vías pasantes del S-Bahn y en la parte derecha -enmarcadas en rojo- la ampliación de vías pasantes que se acomete actualmente y otras proyectadas para más adelante. En el croquis inferior, el Sihl aparece en color azul claro emparedado entre los trenes.

Pasearse por los andenes de la estación central de Zurich es poder contemplar la variedad de trenes, locomotoras y coches que circulan en Suiza. Voy a presentar algunos de los más curiosos.


Este coche de primera clase, incrustado en un tren de servicios regionales, tiene unos enormes ventanales panorámicos que permiten contemplar en todo su esplendor los bellísimos paisajes montañosos de Suiza y divisar las mayores alturas alpinas por muy cerca que estén de la vía, sin padecer luego dolor de cuello: basta elevar un poco los ojos hacia arriba. Todo un lujo de viaje.


En el lateral de esta locomotora aparecen las caras de los tres más simpáticos viajeros de los Ferrocarriles suizos. Se trata de Sergio, Benoît y Beat, tres personajes que empleaban los ferrocarriles de ese país alpino en su publicidad para ofrecernos sugerencias de rutas turísticas ferroviarias.


En esta otra foto, una unidad de dos pisos del S-Bahn (Cercanías) de Zurich. Puede transportar a cerca de 400 viajeros sentados y dispone también de primera clase.

La estación central de Zurich sirve también directamente a numerosos destinos internacionales, fundamentalmente de Alemania, Francia, Italia, Austria y Bélgica, pero también sus trenes llegan a Hungría, Croacia, República Checa, Serbia y, hasta este mes de enero, a España (Barcelona). La puesta en servicio del enlace España-Francia en alta velocidad, por Cataluña, ha suprimido el tren hotel que partía de Barcelona hacia Zurich. Dentro de algunos meses parece que podrá ponerse en servicio algún tren diurno desde Barcelona con destino a Suiza, pero no llegará de forma directa a Zurich.


La idea de decorar las locomotoras es un afortunado recurso que permite en algunos casos publicitar el futuro del ferrocarril en Suiza. En este caso, los laterales y el frontal de una potente unidad de la clase 460, cuya velocidad comercial máxima es de 230 km/h, sirven para mostrar los proyectos de los nuevos túneles de base alpinos emprendidos por Alptransit que mejorarán notablemente en el futuro las comunicaciones en el sur de Suiza y con Italia. Más adelante dedicaremos una entrada exclusiva a este importante proyecto ferroviario.


Y en esta otra locomotora, de la clase 450, que tracciona o empuja según el sentido en el que vayan, trenes de dos pisos del S-Bahn de Zurich, la imagen de una chica en postura estudiosa alegra la vista de la máquina. Como también lo hacen las caras de estos jóvenes en el anuncio de una actividad deportiva.





Por último, este enorme letrero en otra locomotora nos recuerda la existencia de la Fundación de los Ferrocarriles suizos para la protección del patrimonio histórico ferroviario, que protege cuidadosamente el material ya retirado de la circulación y organiza muchas actividades, entre otras la circulación de trenes históricos en circuitos turísticos. Toda una joya que revela el cuidado de Suiza por la historia de su ferrocarril. En el enlace a la Fundación, podemos recorrer sus muchas actividades.

Voy a mostrar también una curiosidad relativa a la propia estación central de Zurich. Su vestíbulo está completamente diáfano. Inicialmente las vías llegaban hasta ahí. Cuando se las desplazó hacia el exterior, en el vestíbulo se instalaron diversos servicios para la atención de los viajeros. Pero posteriormente éstos se desplazaron a las estancias laterales y se dejó el vestíbulo con este aspecto. El motivo: utilizarlo para actividades culturales diversas, como los conciertos. En las dos fotos siguientes, tomadas desde el mismo lugar, el vestíbulo vacío y, también, lleno de espectadores que asisten en abril de 2012 a un concierto de música clásica.





A estas alturas de la narración parece como si nos hubiésemos olvidado del tema que enuncia el título. Pero nada más lejos.



He de reconocer que lo único que vi últimamente similar al oro en la Bahnhofstrasse es esta enorme pepita colocado en el suelo, en el acceso a una joyería de esa calle. Pero la pepita ni siquiera es de oro aunque se lo parece. Es sólo la réplica-broma que han efectuado para los turistas porque de haber oro en el subsuelo este se encontraría tan protegido que a nadie le sería revelado. El oro queda en la leyenda, en el patrimonio de los bancos de la calle y en la seguridad de que sus propietarios están a salvo de la codicia ajena. Nos queda sólo disfrutar del entorno.

Y pasear por la plaza de la estación y la calle a la que nos venimos refiriendo es tanto como contemplar la variedad de los numerosos tranvías de Zurich.

En la foto inicial de esta entrada, vemos un par de ellos con aspecto más bien moderno. Pero basta dejar pasar unos minutos para que aparezcan modelos de notable antigüedad.


Éste que vemos -una circulación adicional, como indica el letrero- tiene un pantógrafo de tanta envergadura casi como la propia unidad.


Hay también algunos que, retirados del servicio por su veteranía, se utilizan como oficinas turísticas. En el que vemos es posible informarse del ferrocarril al pico Jungfraujoch ("Yugo de la doncella") que se anuncia como el ferrocarril de mayor altura de Europa. Y es que Suiza tiene espectaculares ferrocarriles a sus lugares más recónditos. Incluso a donde sólo es posible llegar en tren.

En los aledaños de la Bahnhofstrasse hay también plazas recoletas con fuentes, jardines y bancos (de los de sentarse) que completan la total peatonalización de la zona.


Más cerca del lago, los bancos (de los de atesorar el dinero y el oro) ocupan una manzana entera, como este imponente edificio de una de las más conocidas entidades bancarias de Suiza.


La calle se acaba en el Zurichsee (el mar de Zurich) lago de cierto tamaño que nutre de aguas al Limmat y que suministra también diversión y recreo a los habitantes de la ciudad y a los turistas.

No es pequeño este río de Zurich cuando toca las aguas del lago. Basta pasear sobre el Quaibrücke para comprobarlo. Es la arteria fluvial de la ciudad, que discurre paralela a la Bahnhofstrasse.









A medida que el río se hace más urbano se estrecha y sus orillas están flanqueadas por paseos con casas de suaves colores, torres de agudos remates y puentes que lo cruzan.



Uno de esos puentes es el Münsterbrücke, situado junto a la Helmhaus de Zurich, a cuyo otro lado está la iglesia Fraumünster, con la aguja más puntiaguda de toda la ciudad.



No lejos del lugar anterior asoman también sobre los edificios ribereños al Limmat las torres de  la Grossmünster, la catedral evangélica de Zurich, de estilo románico, inaugurada a comienzos del s. XIII.


Pero Zurich guarda también rincones sorprendentes. No conseguí averiguar si estos extraños tendederos urbanos en una plaza próxima a la Bahnhofstrasse eran el modo habitual de secar la ropa o si se celebraba algo festivo.


Tampoco tenía mucha importancia lo anterior si se compara con la vaca que está asomada al balcón de una de las viviendas. Son curiosidades urbanas. En Zurich cabe la seriedad de ser el centro bancario de Europa y, tal vez, de los más importantes del mundo, con el ambiente festivo como el que dan las chicas de las despedidas de soltera, recorriendo las calles para pedir dinero con el que atender los gastos de la boda. Ya se ve que los bancos no están para esto.





Y, ¿por qué no? También sorprendí en una calle a una tuna, de Málaga por más señas.



Al lado mismo de la estación central se encuentra el Museo Nacional de Suiza, al que pertenece esta esbelta torre. No quise abandonar Zurich sin antes darme un paseo por sus salas. Y lo que más me llamó la atención estaba precisamente fuera de ellas.


Es este vehículo diligencia que nos recuerda el pasado del transporte en Suiza, cuando aún su cuidada y extensa red ferroviaria no surcaba los valles, pero una red de transporte con tracción animal aseguraba el traslado de los viajeros y el reparto del correo.

Merece la pena organizar visitas turísticas al país helvético. Es un oasis de paz y tranquilidad en medio de la convulsa y agobiada Europa.

Más información

Sitio web oficial del Turismo de Suiza

Ferrocarriles federales suizos

Web de Turismo de Zurich

Créditos de las fotos aéreas y croquis histórico: Archivo documental de la Zurich Hauptbahnhof