11 de diciembre de 2012

Estación de Aranjuez: una restauración esperada (y II)

Tal como prometí en la primera parte de esta entrada, me fui a la estación de Aranjuez en uno de los trenes de la línea C-3 del núcleo de Cercanías de Madrid. Las obras de restauración aún no están totalmente terminadas pero ya luce el edificio con todo el esplendor que tuvo en su etapa inicial. Esto que vemos es la parte superior del vestíbulo, cuya traza asemeja bastante al de la estación de Toledo, pero es de mayor sencillez.

El día escogido para el visita -el pasado sábado 8 de diciembre- se levantó con una intensa niebla en todo el valle del Tajo por lo que durante el trayecto apenas se veía el paisaje circundante.

Cuando ya el tren se hubo estacionado en la vía 5 -que se corresponde con la del andén principal- la niebla comenzó a levantarse dejando ver el edificio por encima del tren y de las marquesinas, cuya restauración comienza en estos días.

De esta forma se ven las labores de limpieza del ladrillo y de los elementos de piedra caliza, conservando la arquitectura original. Los pináculos lucen ya con sus remates totalmente limpios.

La fachada de la planta baja, de piedra grisácea de cantería, ya está libre de andamios en una parte del edificio. La carpintería, a tono con la piedra, también está siendo restaurada.

Son muy visibles también los mosaicos incrustados como pequeños adornos en la fachada, cuya factura es similar a la del paso inferior.


Del lado de los andenes, la estación presenta dos lápidas y una placa. La placa es la preceptiva de la altitud que debían llevar todas las estaciones, referenciadas al nivel medio del Mar Mediterráneo en Alicante. Sobre este dato geodésico conviene hacer una explicación  histórica. Antiguamente las líneas de nivelación que se utilizaban como referencia para la confección de mapas y todo tipo de trabajos de topografía y cartografía discurrían a lo largo de las líneas del ferrocarril. Una serie de señales situadas junto a las vías, con una separación aproximada de un kilómetro, indicaban la altitud de ese punto y ya en las estaciones se situaba una placa indicando el nivel con la misma referencia. La cota cero se situaba en Alicante porque la diferencia entre la bajamar y la pleamar en ese punto era mínima. Hoy día pocas estaciones de ferrocarril cuentan con esa placa, salvo las que tienen carácter histórico y la han conservado.

Sobre la placa hay una lápida grande dedicada al Marqués de Salamanca, en el centenario de la estación, ya que fue el impulsor del ferrocarril entre Madrid y Aranjuez. Encima de ella hay otra, colocada en 1988 con ocasión del 102 aniversario del ferrocarril entre Aranjuez y Cuenca, puesto en servicio en 1886.



Regresando al interior del vestíbulo, podemos apreciar algunos detalles en estas otras fotografías, como los ventanales superiores, las lámparas de forja y el artesonado.


En la primera parte de esta entrada comenté acerca de los azulejos del paso inferior entre andenes, que fueron restaurados con anterioridad, obra del italiano Mario Maragliano. Las filtraciones de agua desde la zona de vías no facilitan su perfecta conservación, pero están protegidos con cristales para evitar actos de vandalismo y aún presentan sus vivos colores.

De la fachada exterior, lo más destacado es el reloj monumental, que sirve de remate y de lejano aviso para los viajeros que se apresuraban así a tomar su tren si llegaban un poco tarde. Mucho habría que comentar sobre la profusión de relojes en las estaciones desde el inicio del ferrocarril. Era la referencia que entonces tenían los viajeros acerca de la llegada de los trenes. Fue el ferrocarril el que popularizó el reloj, tanto mural como de bolsillo, porque el tráfico ferroviario siempre necesitó de puntualidad, aunque en épocas pasadas los retrasos llegaran a ser considerables, en ocasiones.

Mientras estaba entregado a la tarea de recoger con la cámara de fotos los diversos detalles de la estación, oí el próximo paso de una circulación sin paradas.

Era uno de los trenes Altaria que unen Madrid con Murcia y Cartagena, ninguno de los cuales tiene ya parada en esa estación. Cuando se inauguró, 1992, la línea de alta velocidad entre Madrid y Sevilla y, posteriormente, la de Madrid con Valencia, todo el tráfico de trenes de Larga Distancia con Andalucía y Levante, excepto estos trenes Altaria, fueron desviados por las nuevas infraestructuras. Los de Murcia y Cartagena no tardarán tampoco mucho tiempo en dejar su paso por Aranjuez. Quedarán entonces sólo los trenes de Media Distancia con Jaén y Albacete, además de los de Cercanías.

Aranjuez habrá perdido entonces para siempre la solemnidad de aquellas circulaciones de antaño con impresionantes locomotoras de vapor, cuyo recuerdo queda sólo para los museos ferroviarios, como este ejemplar de la "Confederación" que, en pruebas, logró alcanzar los 150 km/h y que sólo muy ocasionalmente se utilizó en la línea de Andalucía.

Durante algunas semanas al año, Madrid y Aranjuez se unen con el denominado "Tren de la Fresa", con coches de época y locomotora de vapor. Ahora sólo en el Museo del Ferrocarril de Delicias podemos contemplar ese material que hace muchos años señoreó las vías de la estación neomudéjar de Aranjuez. recuperada en su arquitectura original.