20 de abril de 2012

Copenhague: una gran estación de madera para poder quemarla


Antes de escribir sobre los viajes ferroviarios que he realizado en estas últimas semanas entre ellos a Lisboa y otras zonas de Portugal, había comentado anteriormente que la estación central de Copenhague tiene una curiosa particularidad a la que ahora me voy a referir con detalle. Cuando se construyó en 1847 se hizo de madera. Hay muchas estaciones de madera en el norte de Europa, todas ellas de pequeño tamaño y en localidades pequeñas, pero no era así el caso de Copenhague, ciudad por entonces de cierto tamaño.

El motivo de la construcción con ese material era de tipo estratégico: al estar situada fuera de las murallas defensivas la construcción en madera permitía poder prenderle fuego en caso de ataque exterior y que el edificio ardiendo sirviera de dique defensivo.




Esa primera estación dio paso a otra más amplia en 1864, no lejos de la anterior, cuyo interior y marquesina, también en madera, se ve en el dibujo de arriba, cuando cobijaba aún los trenes. Esa estación es la que existe actualmente aunque por donde antes circulaban los trenes se ha transformado en un vestíbulo ya que las vías están ahora en la parte inferior y de forma perpendicular a las antiguas.

Este es el aspecto actual del vestíbulo de la estación central de Copenhague. La reforma efectuada ha preservado totalmente los materiales con los que fue construida y entre todos ellos destaca la marquesina de madera. Algunas fotos adicionales pueden facilitar la visión de esos detalles.

Esta otra foto corresponde a la zona de andenes, situada debajo del vestíbulo principal. Aquí la madera tiene todo su color rojizo original ya que en el vestíbulo superior el constante paso de locomotoras de vapor la ennegreció notablemente.

Solamente las columnas sustentadores son metálicas ya que las cerchas que soportan la cubierta son también de madera.

Bajo todo ese entramado es posible ver una gran variedad de trenes: desde los ICE diésel alemanes que hacen el trayecto entre Berlín, Hamburgo y Copenhague y a los que me he referido en otra entrada, hasta las numerosas unidades similares a los TRD españoles, con la particularidad de que en Dinamarca esos trenes son también eléctricos. "Narices de goma" los llaman los aficionados daneses, por el frontal de caucho que llevan y que permite acoplar perfectamente dos o más unidades.

Los trenes de Cercanías, "S-tog", que realizan los servicios en Copenhague son de color rojo y con una forma peculiar. Los viajeros, entre otras comodidades, disfrutan en ellos de internet wifi gratuito. En esta foto de debajo, uno de esos trenes.

Al lado de la estación central se encuentra el famoso parque de atracciones Tivoli, inaugurado nada menos que en 1843, por lo que es el segundo parque de atracciones del mundo en antigüedad. Pues bien, la fachada más noble de esta estación y donde se encuentra el pabellón de Estado da precisamente al Parque Tivoli. Presenta este aspecto más propio de un gran palacio que de una estación ferroviaria.

Toda esa parte corresponde a la ampliación realizada en 1911 y de la que también forma parte la fachada principal a la que pertenece este espectacular torreón.

Tanta espectacularidad arquitectónica se vuelve funcionalidad en la perspectiva general de los andenes desde la fachada sur, que es por donde salen los trenes -entre otros destinos- en dirección hacia el aeropuerto y el puente del Öresund, que une Dinamarca con Suecia. Al fondo se ve la torre de una de las atracciones del Parque Tivoli.

Y quienes vienen por tren a Copenhague, o por otros medios de transporte, no dejan nunca de visitar su atractivo más conocido en todo el mundo: el Tivoli. En la foto inferior la fachada del castillo de Christian Andersen, que forma parte del parque y cuya estatua aparece también en un primer plano.