11 de marzo de 2013

Segovia: la ciudad de los tres ferrocarriles

Quienes viajan por turismo a Segovia, en tren de alta velocidad, apenas saben que, además del acueducto romano, van a disfrutar de una de las más grandes infraestructuras que se han construido recientemente en España: la propia línea de alta velocidad con sus dos largos túneles y el viaducto de Arroyo del Valle. No sería mala idea que, al estilo alemán, pusieran en los asientos de los trenes a disposición de los viajeros una pequeña historia de esta línea, la tercera en llegar a Segovia, cuya historia ferroviaria es curiosa y prolija, como vamos a ver enseguida.

Cuando en 1845 el Gobierno español comenzó las estudios para unir Madrid y Valladolid por tren, se desató una enorme disputa política entre Ávila y Segovia para llevarse el trazado de la línea, en la seguridad de que el ferrocarril representaría un vuelco en sus perspectivas comerciales e industriales.

Incluso hubo una propuesta de trazado alternativo formulada por el ingeniero inglés Mackenzie Ross que, en 1846, planificó la construcción de un túnel de 17 km que salvara la cordillera del Guadarrama y llevara la línea férrea directamente a Adanero para enlazar a continuación con Medina del Campo y Valladolid. Eso hubiera supuesto que ni Ávila ni Segovia hubiesen visto pasar el tren al Norte.

Pero tamaño túnel pareció una quimera con los métodos constructivos de la época, lo que motivó que hubiera de volverse a la disyuntiva de si Ávila o Segovia. La balanza se inclinó finalmente por la capital abulense y Segovia se quedó de momento sin ferrocarril, cuando la línea llegó a Ávila en 1863.

Los segovianos tildaron aquello de una gran afrenta pero pasarían aún 17 años hasta que se efectuara la concesión de dos líneas ferroviarias para sacar a Segovia de su aislamiento: una  -de 92 km- iría desde esa capital a Medina del Campo para enlazar con el Ferrocarril del Norte y otra -de 48 km- enlazaría Villalba con Segovia lo que supondría unir Madrid con esa ciudad. La primera se inauguró en abril de 1884 y la segunda en 1888. Aunque ambas concesiones se fundieron en una, la distinta elaboración de los proyectos acabó por diseñar una estación en Segovia en fondo de saco por lo que los trenes pasantes entre Madrid y Valladolid debían entrar en la ciudad y efectuar un cambio de sentido. Para los mercantes se habilitó un ramal de enlace. Este diseño de la estación segoviana limitó considerablemente el número de trenes que utilizaran la línea, por lo que fundamentalmente quedó para servicios regionales entre Madrid y Segovia y así sigue hasta nuestros días. La construcción de la línea de alta velocidad motivó el desmantelamiento de la Segovia-Medina del Campo, que ya había sido cerrada al tráfico en 1993, a pesar de que fue electrificada en 1968 en el tramo entre Hontanares y Medina..



Esta fotografía, que el Ayuntamiento de Hontanares de Eresma en su web invita a descargarla y ponerla como fondo de pantalla -a pesar de su burdo retoque metiendo ahí una locomotora que nunca circuló por esta línea por ser un material de vía estrecha (1)-, recoge el estado de la estación de esa localidad, en fecha indefinida pero probablemente en el primer cuarto del siglo XX. Era la primera de las estaciones del trayecto entre Segovia y Medina del Campo.




Y aquí tenemos el estado actual de la estación segoviana, cuya altitud es de 1011,2 metros, como indica la placa que aparece en su fachada interior. Siete servicios regionales diarios en cada sentido la unen con Madrid en 1h 46' de media, con muy escasa afluencia de viajeros desde que se inauguró la línea de alta velocidad. El recorrido de ese tren entre Villalba y Segovia permite apreciar la belleza de la sierra del Guadarrama en el entorno de Cercedilla (vertiente sur) y El Espinar (vertiente norte). Recomendada para los viajeros sin prisas que deseen disfrutar del ferrocarril en estado puro. Y de hecho puede ser recorrida en algunas épocas del año por el tren turístico "Río Eresma" que pone sobre las vías la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid, en cuya web figura este croquis de la línea. En las proximidades de Segovia aparece representada la línea de alta velocidad Madrid-Valladolid que cruza sobre la convencional en ese punto.




Pero la historia del ferrocarril y Segovia no acabó con la construcción y explotación de esas dos líneas. A mediados de los años 80 del siglo XX se volvió a retomar el primitivo proyecto del ingeniero inglés Mr. Ross y la construcción de un gran túnel de base para salvar la sierra del Guadarrama entre Madrid y Valladolid aleteó por los despachos ministeriales.

Estaban en proyecto nuevas líneas que desde Madrid hacia la periferia salvaran las grandes cadenas montañosas que limitan ambas mesetas, atravesando esas montañas con largos túneles y modernos trazados: había que buscar una alternativa a la saturada línea de Despeñaperros para llegar más rápidamente a Andalucía, las estribaciones de la Cordillera Ibérica para alcanzar Zaragoza y Barcelona y el Guadarrama para abrir un nuevo trazado con Valladolid.


En 1986 éste era el diseño que se había contemplado para las líneas de alta velocidad hacia el Norte y Nordeste de España. La línea hacia Barcelona se diseñaba atravesando el Guadarrama por el Norte de Madrid y la de Valladolid sería un ramal de ésta, pasando muy lejos de Segovia.

Motivos mediambientales desaconsejaron ese trazado y se volvió a poner las miradas en el proyecto de Mr. Ross. Los estudios de la salida de Madrid por el Corredor de Villalba resultaron muy complejos, porque toda esa zona se había llenado de localidades con urbanizaciones extensas y ya se contaba con una línea de ferrocarril hacia Villalba que discurre entre el Monte de El Pardo y las viviendas en un estrecho pasillo. Por ahí resultaba difícil meter un tren a velocidades elevadas. A la nueva línea hacia Barcelona y Zaragoza se le buscó nuevo acomodo partiendo de la estación de Atocha pero la de Valladolid debía salir necesariamente de la estación de Chamartín y utilizar el corredor del ferrocarril Madrid-Burgos por Aranda de Duero, para atravesar el Guadarrama con el túnel más largo posible.

Finalmente, el 15 de marzo de 2001, apareció publicada en el Boletín Oficial del Estado la Declaración de Impacto Ambiental de la línea de alta velocidad Madrid-Valladolid. Pero, de manera curiosa, no se había previsto una estación para Segovia en el Estudio Informativo, a pesar de que la línea pasaría a escasa distancia de la ciudad. Tanto el Ayuntamiento de Segovia como los de otras localidades vecinas presentaron alegaciones reclamando una estación para dar servicio a la ciudad, algo que finalmente consiguieron tras múltiples gestiones, aunque ésta quedaría en el extrarradio, vecina a los polígonos industriales. Sería la tercera línea ferroviaria para la ciudad, aunque una de las dos anteriores había sido cerrada ya.

Para salvar el Guadarrama se habría de construir un túnel bitubo de 28,4 km de longitud lo que en esa fecha iba a resultar el cuarto más largo de Europa y el quinto del mundo. De sus características y método constructivo nos da buena noticia el enlace en este mismo párrafo.



En esta superposición de hojas del Mapa del Ministerio de Fomento podemos ver el trazado de la línea de alta velocidad entre Madrid y Segovia, con el túnel del Guadarrama marcado con línea de puntos. Entre Madrid-Chamartín y Segovia-Guiomar son 68,3 km y esos serían los que recorriésemos de nuevo en este viaje.

Por tanto, en una fría mañana de finales del pasado mes de febrero decidí volver nuevamente por Segovia utilizando los trenes de alta velocidad desde Chamartín.



Este era el Avant S-114 que nos esperaba en la vía 16 de Chamartín para llevarnos en 27' a la capital segoviana. El tren iba casi lleno de turistas porque era domingo y, aunque el termómetro estaba bajo cero, ver Segovia incluso con amenaza de nieve merece siempre la pena. Cada día, 15 trenes en cada sentido recorrer la línea de alta velocidad camino de Segovia por lo que cabe escoger el mejor horario en función del tiempo de estancia en esa ciudad.



El espectáculo de la Sierra del Guadarrama, nada más salir de Madrid, anticipaba que la nieve haría acto de presencia en algún momento del día.

A la altura de la localidad madrileña de Soto del Real los viajeros pueden ver fugazmente uno de los viaductos de la vieja línea ferroviaria entre Madrid y Burgos por Aranda de Duero, que discurre paralela a la de la alta velocidad. Este que vemos es el viaducto de Valdesaelices, con 11 arcos y 169 metros de longitud. Tras él se divisa el embalse de Manzanares el Real.

Lo que no pueden ver los viajeros es el viaducto que está atravesando su tren en ese momento pero lo vamos a ver enseguida.

Es el viaducto de Arroyo del Valle, de 1755 metros de longitud y una altura máxima de 80 metros. Cuando se estaba construyendo la línea tuve ocasión de recorrerla en compañía de unos ingenieros y obtener algunas fotografías interesantes. Ahora los trenes pasan por encima pero el viajero no percibe imágenes como ésta.

Mientras estaba tomando la foto anterior me di cuenta de que a mi espaldas este avestruz no quitaba ojo a todo lo que pasaba en su entorno. Resulta curioso comprobar la aclimatación de estas enormes aves a ese frío entorno. Ahora verá pasar los trenes con el mismo asombro que me produjo encontrarla allí.



Ese viaducto, que aquí vemos desde otra perspectiva, tiene en un extremo el túnel de San Pedro (8,5 km de longitud con dos tubos) y en el otro, el acceso al de Guadarrama, que ya hemos mencionado. Algunos otros detalles técnicos de la línea se pueden comprobar en este enlace.



Pasando por encima de este viaducto casi apenas daba tiempo a tomar esta otra foto, antes de que el tren se adentrara en el túnel de Guadarrama y, tras él, se fuese reduciendo la velocidad para detenerse en el estación de Segovia-Guiomar.



La luz de la mañana se filtraba a través de las nubes sobre la Sierra iluminando las vías y los cables de la electrificación.

Las vías generales para los trenes sin parada están en los extremos mientras que las de estacionamiento se encuentran en el centro de la playa de vías de la estación. No pasaba ningún tren en ese momento pero tengo otra foto tomada en un viaje anterior en la que pasaba un tren AVE con destino a Valladolid, probablemente a 300 km/h.




En el interior, un vestíbulo muy luminoso sirve de antesala a los viajeros que pueden encontrar aquí una Oficina de Turismo (abierta en las épocas de mayor afluencia) y venta de productos típicos de la zona, entre los que no faltan los judiones de La Granja, legumbre específica de Segovia que puede degustarse también en los restaurantes de la ciudad.

La conexión entre la estación y la ciudad está asegurada por un servicio frecuente de autobuses coordinados con los trenes que entran en Segovia por la parte alta, es decir, por el mismo lugar en que arranca la parte exterior del largo acueducto, cuyos detalles nos brinda la web oficial de turismo de la ciudad.

Pero Segovia no es sólo su famoso acueducto de 17 km construido en el siglo I para asegurar el abastecimiento de agua, aunque la vista de tan colosal obra domine desde muchos ángulos el paisaje.

En la misma plaza donde para el autobús de conexión está situada la Oficina de Turismo, en la que puede verse una interesante maqueta de la ciudad y del lugar que ocupa en el contexto urbano esa colosal obra de ingeniería que nos legaron los romanos.


Justo al lado de los arcos de piedra está el mesón más famoso de toda Castilla: el Mesón de Cándido.

Su fundación, en 1884, está muy ligada al inicio del ferrocarril en esa ciudad, cuando la llegada de viajeros la llenó de fondas y mesones, y ha popularizado por todo el mundo la vianda más famosa de Segovia: el cochinillo, que hoy puede degustarse en múltiples restaurantes de la ciudad, con precios al alcance de todos los bolsillos.

Una vez en Segovia y dado que el viaducto es omnipresente, conviene encaminarse hacia la Plaza Mayor, que nos reserva muchas e interesantes sorpresas, no sin antes admirar la Casa de los Picos.



Es uno de los muchos palacios renacentistas que adornan la ciudad, pero éste aporta la originalidad de tener en su fachada tan curiosa ornamentación a base de piedras graníticas con la forma geométrica que vemos en la foto. Está en la calle Juan Bravo que es la que todo el mundo toma para ir hasta la Plaza Mayor.


Esta plaza no está porticada en su totalidad, como otros de Castilla. Además en uno de sus frentes está el edificio del Teatro Juan Bravo, de 1917, cuya arquitectura dista mucho de la de otras edificaciones de la plaza.



Ante el porche del Teatro nos encontramos con esta estatua en bronce del poeta Antonio Machado. Este poeta sevillano vivió en Segovia desde 1919 a 1932 donde fue catedrático de francés de su instituto y la casa donde vivió es actualmente un museo visitable. Con anterioridad, Antonio Machado había vivido en Soria. Él fue un asiduo viajero en tren al que dedicó uno de sus más bellos poemas. No resisto la tentación de reproducirlo en su integridad, ya que es todo un resumen de aquellos viajes ferroviarios de antaño.


Yo, para todo viaje 
siempre sobre la madera 
de mi vagón de tercera, 
voy ligero de equipaje. 
Si es de noche, porque no 
acostumbro a dormir yo, 
y de día, por mirar 
los arbolitos pasar, 
yo nunca duermo en el tren, 
y, sin embargo, voy bien. 
¡Este placer de alejarse! 
Londres, Madrid, Ponferrada, 
tan lindos... para marcharse. 
Lo molesto es la llegada. 
Luego, el tren, al caminar, 
siempre nos hace soñar; 
y casi, casi olvidamos 
el jamelgo que montamos. 
¡Oh, el pollino 
que sabe bien el camino! 
¿Dónde estamos? 
¿Dónde todos nos bajamos? 
¡Frente a mí va una monjita 
tan bonita! 
Tiene esa expresión serena 
que a la pena 
da una esperanza infinita. 
Y yo pienso: Tú eres buena; 
porque diste tus amores 
a Jesús; porque no quieres 
ser madre de pecadores. 
Mas tú eres 
maternal, 
bendita entre las mujeres, 
madrecita virginal. 
Algo en tu rostro es divino 
bajo tus cofias de lino. 
Tus mejillas, 
esas rosas amarillas, 
fueron rosadas, y, luego, 
ardió en tus entrañas fuego; 
y hoy, esposa de la Cruz, 
ya eres luz, y sólo luz... 
¡Todas las mujeres bellas 
fueran, como tú, doncellas 
en un convento a encerrarse!... 
¡Y la niña que yo quiero, 
ay, preferirá casarse 
con un mocito barbero! 
El tren camina y camina, 
y la máquina resuella, 
y tose con tos ferina. 
¡Vamos en una centella!

Anualmente, la Fundación de los Ferrocarriles Españoles convoca un Premio de poesía con el nombre de "Antonio Machado" en homenaje a quien convirtió el traqueteo del tren en métrica poética.

Basta girarse 180º desde el mismo centro de la Plaza Mayor para poder divisar el edificio de la Catedral de Segovia en su vista más espectacular.


La belleza y variedad de pináculos que rematan el ábside y sus capillas laterales, enmarcado todo ello en el gótico tardío, es un contrapunto a la austeridad de otros de los laterales de la plaza de sobrio estilo castellano.


Lo limitado del espacio no permite contemplar en su totalidad el aspecto de la catedral desde ese emplazamiento pero viniendo hasta el centro desde la vieja estación de Segovia, podíamos contemplar esta otra vista en la que la torre empequeñece al resto del conjunto.


Aún podemos añadir otra perspectiva de la fachada principal, a la que no pudimos acceder, pero que nos recuerda, de alguna forma, a la catedral de Salamanca.

Si el viajero no hubiera quedado ya satisfecho de tanta monumentalidad aún le queda un nuevo y espectacular edificio por visitar: el Alcázar de Segovia.



Asentado en el promontorio que separa los ríos Eresma y Clamores es como una atalaya en el horizonte y desde su construcción en el siglo XII fue sucesivamente fortaleza, residencia real y academia militar. Actualmente es un museo regido por un patronato que se cuida de su mantenimiento y las visitas turísticas. Visto desde la orilla del Eresma su porte es tan espectacular que Walt Disney se inspiró en él para diseñar el castillo de La Cenicienta.


Desde cualquier lugar que se contemple el Alcázar tienen sus vistas un aspecto distinto como la que luce desde los jardines de acceso, antes de llegar al foso que lo aísla de la ciudad.































Si bellas son las vistas exteriores del edificio, también los son las interiores y los paisajes y monumentos que se divisan desde él.







Los dos principales son la Ermita de la Vera-Cruz (arriba) y el Monasterio de Santa María del Parral (debajo), casi metido en la montaña.




Un curioso edificio está situado a la izquierda del Alcázar. Es el Real Laboratorio de Química, donde -según figura en una lápida a la entrada- el químico francés Louis Proust formuló la Ley de las proporciones definidas.



Desde esa misma plaza ante el Alcázar -Plaza de la Reina Victoria Eugenia- tenemos una vista distinta de la catedral y de los paños de muralla que dan al Arroyo Clamores, afluente del Eresma.

Un paseo por la ciudad, después de contemplar sus más importantes monumentos revela las muchas iglesias románicas y los palacios que están diseminados por sus calles. Sin carácter exhaustivo voy a recoger algunas fotografías.





































































También, casas modestas pero bien restauradas reflejan lo que era Segovia hace ya varios siglos.





Si preguntas dónde tomar el aperitivo en Segovia no hace falta esperar demasiado la respuesta: en la Plaza Mayor donde hay locales que congregan en su interior y en los veladores de la plaza a muchos segovianos y turistas a tomar una copa de tinto de Ribera del Duero. La ventaja de ir y volver en tren es que uno puede ser generoso a la hora de gustar esos caldos.








Luego vendría la comida con un menú muy de la tierra: sopa castellana y cochinillo, que estaba delicioso. Por supuesto que también con vino de la tierra. Y en la bajada al restaurante aún hubo tiempo para descubrir bellos rincones.

























Tras la comida se imponía volver de nuevo sobre los pasos de la mañana y contemplar el Acueducto con otras luces, ya cuando el cielo anunciaba la nevada y los copos habían caído en los montes próximos.









































Era hora de regresar y el autobús de enlace con el tren elegido para la vuelta estaba  próximo a partir.



A través de los ventanales del vestíbulo de la estación sobre las vías, se veían ya varias unidades de trenes S-114 de Renfe Operadora listos para recoger a los turistas domingueros que volverían satisfechos del día dedicado a Segovia y de no tener que soportar luego los problemas de las carreteras en régimen invernal.





Un poco de frío, pero mereció la pena. ¡Viajeros al tren!

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(1) Gracias a la información del historiador Juanjo Olaizola he podido saber que la locomotora "incrustada" en el retoque fotográfico perteneció al Ferrocarril Vasco-Navarro de vía estrecha y tenía el nº 14. La foto de la locomotora está sacada probablemente en la estación de Vitoria-Ciudad.


Añado el enlace a la entrada del Blog que ha publicado Juanjo Olaizola y los datos completos de la fotografía original de la que se ha tomado la locomotora e incluso las personas que aparecen, en este burdo montaje y que me han sido suministrados por un lector de este Blog. Mi agradecimiento a Javier Suso. Queda así constancia para la posteridad y para deshacer el garrafal error que ha cometido el autor del fotomontaje y el Ayuntamiento de Hontanares de Eresma por ampararlo.


Los datos son: Estación del Vasco-Navarro en la calle Los Herrán de Vitoria. En primer termino, tocando la locomotora, D. Francisco Echebarrena, jefe de talleres. La señora que se ve en el centro es María Ibaibarriaga. Telefonista de la estación. Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz.  Fotografía de la colección de Ceferino Yanguas. (Signatura de la foto: YAN 13x18-085.04 Ferrocarril. C.Yanguas AMVG)
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Más información

Web Oficial de Turismo de Segovia

Patronato Provincial de Turismo de Segovia

Horarios de trenes de Renfe

Fotografía del Alcázar de Segovia desde el río Eresma: Oficina de Turismo de Segovia