20 de noviembre de 2012

Estocolmo, en invierno o en verano (I)

Edificio del ayuntamiento de Estocolmo ante la Riddar-fjärden helada, en febrero de 2012

Me empezó a interesar el mundo de Escandinavia y su ferrocarril a partir de la tutoría que desempeñé en un Proyecto Fin de Carrera, en 2004, en la Danmarks Tekniske Universitet de Copenhague, dedicado precisamente a una cuestión ferroviaria. Hasta entonces mi mundo europeo terminaba, por el norte, en Alemania, con algunas incursiones en el Reino Unido, hasta Escocia. Y fue precisamente a raíz de ese PFC cuando decidí que al norte de Hamburgo había mucha vida y mucho ferrocarril por conocer. Eso me llevó, además de a Dinamarca, a Noruega y Suecia, especialmente a Estocolmo, tanto en época invernal como en verano.

En otras entradas del Blog he reflejado detalles muy concretos de viajes en tren por Suecia. Basta buscar en el índice de la derecha la palabra "Suecia", para saborear las aventuras que pueden llegar a vivirse en una tierra que se hiela varios meses al año o donde el sol del invierno se reduce a escasas horas al día. Ahora, sin embargo, quería referirme con más detalle a Estocolmo, ciudad conocida como la "Venecia del norte". Y bien que hay agua alrededor y en medio de la ciudad, que se despliega en islas de diverso tamaño. Sólo la llegada en tren a Estocolmo accediendo por el Centralbron, el puente por el que se llega a la estación central, se asemeja al acceso a la estación de Venecia-Santa Lucía, por el puente mixto de ferrocarril y carretera de la Vía Libertá.

Por cierto que, en esta fotografía tomada en época veraniega, vemos el mismo edificio del ayuntamiento a la izquierda pero ante un mar de aguas abiertas.

Sin embargo, no hay el menor parecido de Estocolmo con Venecia, fuera de esa circunstancia marítima. y basta volver la cámara desde ese mismo punto al lado contrario para comprobarlo.

Aquí vemos a una unidad de dos pisos "Coradia duplex" X40 de las Cercanías de Estocolmo salir del túnel bajo la ciudad antigua para acceder al puente que desemboca en la estación central, cuyo vestíbulo evidencia que hace años era el lugar donde estacionaban los trenes hasta que en la remodelación efectuada entre 1925 y 1927 se llevaron las vías más al Oeste y se habilitó como vestíbulo ese lugar.

Afortunadamente durante la reforma de la estación se limpió y pintó todo el interior porque los más de 50 años que estuvo recibiendo trenes de vapor dejaron el interior de toda la cubierta de color casi negro. La luz, bien escasa durante el invierno, se filtra por las claraboyas cenitales y laterales del lado de los andenes, y sendas zonas elevadas a ambos lados del largo vestíbulo permiten ver el bullicio que hay a determinadas horas. Por cierto que del lado contrario de donde está tomada la foto hay una sala VIP donde encontré la mejor atención que haya recibido en ninguna estación ferroviaria de las que haya estado.

Ese puente al que me he referido antes es un lugar espléndido para fotografiar todos los tipos de trenes que se mueven por Estocolmo.

Aquí tenemos, por ejemplo, una moderna unidad de Cercanías "Coradia" de Alstom mientras que la foto siguiente corresponde a un tren de alta velocidad SJ2000 que cuenta ya con más de 20 años a sus espaldas.

Cuando se viene en tren a Estocolmo desde Copenhague, la llegada a la ciudad, mucho antes de pasar por ese puente, no deja de ser espectacular ya que una sucesión de viaductos a cierta altura permite salvar los enormes canales y las zonas industriales.

Aquí se pasa en verano sobre las instalaciones de almacenamiento de combustible de la zona de Huddinge.

Y en esta otro foto, un canal de la zona de Södertälje al sur de la ciudad, al paso por otro viaducto, en pleno invierno, con el cristal de la ventanilla lleno de hielo pegado.

Los habitantes de los países nórdicos están muy acostumbrados a convivir con las inclemencias invernales por lo que todas las ciudades están preparadas para que la vida no se detenga cuando el termómetro está bajo mínimos. La adaptación es total en la movilidad urbana y prueba de ello es la configuración de las estaciones de metro de Estocolmo, comunicados sus vestíbulos -que se abren en los bajos de los edificios en su totalidad- con las zonas comerciales varias de ellas situadas también bajo tierra.

Este es el acceso a una estación de metro de Estocolmo, perfectamente protegida para resistir las nevadas y heladas del invierno.

No obstante, los trenes suben también a la superficie e incluso sobrevuelan los canales, como en este puente tangencial al Centralbron por el que la red metropolitana cruza desde la zona norte a la sur de la ciudad.

Ver con detalle Estocolmo exige visitarla en los meses en los que andar por las calles no se convierte en un martirio para los de la Europa del Sur.

Los lugares donde están tomadas las dos fotos anteriores apenas distan 200 metros, una hacia el Oeste y otra hacia el Este, pero las épocas fueron muy distintas. Por el canal de la foto anterior podría perfectamente andarse a pie e incluso hay gente que lo hace, como se comprueba por las huellas de pisadas. Debajo, una foraborda para que los turistas disfruten a bastante velocidad de la intrincada red de canales de Estocolmo.

Cuando pensamos que los países escandinavos quedan bastante lejos, tal vez se nos olvide que hace ya muchos cientos de años, estaban habitados por reinos vikingos y que estos -como excelentes navegantes que eran-, se movieron por todas las costas europeas del Atlántico y del Mediterráneo, hasta el punto de que importantes ciudades españolas como A Coruña (año 840), Gijón, Sevilla y Cádiz (844) conocieron invasiones vikingas nada amistosas hasta el punto de que sembraron destrucción y muerte por donde quiera que llegaron sus naves. Sin embargo, hoy día Escandinavia respira tranquilidad y vida industriosa y sus habitantes son acogedores y buenos conocedores del sur de Europa, en especial de la Costa Mediterránea a donde suelen venir en sus vacaciones.


Una visita a la ciudad vieja de Estocolmo permite comprobar cómo sus habitantes se asentaron a cierta altura sobre las aguas circundantes y que su ocupación fundamental era la pesca y la navegación comercial exportando sus productos silvícolas a otros países próximos o remotos.

Este viejo café de las callejuelas del barrio de Liljeholmen tiene en su puerta el dibujo de una nave vikinga en recuerdo de aquellos lejanos tiempos donde la ciudad primitiva se defendía de invasores extraños rodeándola con puertas y pasadizos, de los cuales se conservan todavía algunos.



Sin embargo, incluso esa parte de la ciudad vieja ha recibido una profunda transformación en estos últimos siglos y modernos edificios como se ve en esta otra fotografía con el puente del metro en primer plano.

Desde ahí arriba, la contemplación de la ciudad nueva, sus canales y todo el tráfico marítimo anejo es una estampa que merece la pena aunque para llegar allá haya que subir una empinada cuesta. Para los menos dispuestos a andar hay un ascensor desde la zona baja.

Por cierto que ese elegante velero de tres palos que aparece ahí es todo un hotel de precio muy aceptable para los amantes de alojamientos alternativos.

(Continúa en esta otra entrada)