5 de noviembre de 2012

Estación de Aranjuez: una restauración esperada (I)

Estos últimas días he leído la noticia de la terminación de las obras de restauración de la estación de Aranjuez, edificio monumental, la segunda de las estaciones que tuvo esa ciudad, a la que llegó el 9 de febrero de 1851 la segunda línea de ferrocarril que se construyó en España.


No hay que confundir el magnífico edificio actual con el primitivo embarcadero que tuvo la ciudad, en las inmediaciones del Palacio Real.

Este es el aspecto que tenía el primitivo embarcadero frente a la Plaza de Armas del Palacio Real, según el grabado que se conserva en el Museo del Ferrocarril de Madrid. El arco central practicable, que daba al patio de vías, permitía que el tren real saliera del embarcadero y se adentrase en Palacio, cuando -como en la ceremonia inaugural- las personas reales acudían a sus aposentos.

Por la puerta central de esa verja accedió el tren real al Patio de Armas y posteriormente al propio Palacio.

La noticia de la finalización de los trabajos de restauración me ha traído a la memoria la primera vez que vi el actual edificio de la estación, construido en 1924, cuando la prolongación del ferrocarril hacia Levante y Andalucía y el aumento progresivo de las circulaciones hacía muy compleja la inversión de marcha en el antiguo embarcadero, construido en fondo de saco.

Aquí vemos la playa de vías del primitivo embarcadero en plena explotación ferroviaria donde los trenes hacia Levante y Andalucía debían hacer inversión de marcha. Al fondo se atisba el arco central del edificio histórico recogido más arriba. Esta foto pertenece al archivo gráfico de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles y es de 1921.

Era el 25 de septiembre de 1961, que cayó en lunes precisamente, cuando tomé el expreso Cádiz-Madrid para continuar en la capital de España mis estudios universitarios iniciados un par de años antes en la Universidad de Sevilla.

Tras una noche de duermevela por el traqueteo del coche de asientos en el que viajaba, el tren corría veloz por La Mancha, con su locomotora de vapor, una vez pasado Alcázar de San Juan, a donde había llegado remolcado ya por una locomotora eléctrica pues la electrificación ferroviaria había alcanzado ese importante nudo el 30 de septiembre de 1960. En aquel entonces las locomotoras de vapor alcanzaban una velocidad considerable para la época en las grandes rectas manchegas dejando tras de sí el tren una estela de humo. La primera parada en la provincia de Madrid era Aranjuez, donde el tren se detenía algo más de la cuenta. La visión del edificio de la estación me deslumbró hasta tal punto de salir al andén a verlo con más detalle. El expreso de Cádiz no entraba por el andén principal lo que daba mayor perspectiva para la vista.

Esta es, en foto que tomé en 2007, la vista que se presentaba ante mis ojos del edificio neomudéjar de la estación de Aranjuez. Reparé en la sucesión de penachos que remataban la fachada interior. Sólo había conocido una estación andaluza que se le asemejase: la de Jerez de la Frontera, pero la de Aranjuez le ganaba en belleza de los remates.

Hay que decir que, en aquellos años en los que la información llegaba a los estudiantes sólo en libros de texto, para mí Aranjuez era poco más que lo que había leído en los libros de Historia, en los que se narraba el motín que tuvo lugar en esa ciudad el 17 y 18 de marzo de 1808. En mi caso particular, ya había oído varias veces aquella grabación del "Concierto de Aranjuez" del maestro Joaquín Rodrigo, a cargo de la Orquesta Nacional, dirigida por Ataúlfo Argenta, que fue realizada a finales de los años 40 y cuyos discos andaban por casa.

Muchas veces a lo largo de mi vida volví por Aranjuez, la mayor parte de ellas en tren, pero en 2007, cuando ya se comenzaba a hablar de la restauración del edificio, quise hacer bastante fotos del estado del edificio para compararlas con otras ya restaurado y ver las diferencias.

Subí el cercano paso superior de la carretera y comprobé la perfecta inserción del edificio en el paisaje próximo al Tajo.

La estación actualmente es una de las más importante del Núcleo de Cercanías de Madrid, despojada ya en gran parte de los trenes de Largo Recorrido y de muchos de Media Distancia. De ahí que ahora no tenga el bullicio de antaño. Los viajeros llegan rápidos, con las prisas matinales, para tomar el tren que los conduzca al trabajo y se marchan más rápidos aún. Cuando un tren que no es de Cercanías para allí -como el de la foto que llegaba de Murcia- lo hace más bien por la fuerza de la costumbre que por los muchos viajeros que se vayan a apear en ella.

En la fecha en que me tocó conocerla por vez primera, las paradas de los trenes expresos a hora bien temprana eran más dilatadas. Casi a la misma hora -con intervalos de 15 minutos- solían llegar a Madrid los expresos y correos de Andalucía y Levante. En Aranjuez se los organizaba y espaciaba para no colapsar Atocha. Los frecuentes retrasos trastocaban los horarios teóricos y Aranjuez servía de filtro y reorganización de las mallas. De ahí que a veces tocase esperar más tiempo del concedido para la parada.

Aún en 1961 estaba lejos la explosión demográfica de la zona sur de Madrid que llevó a instaurar servicios de Cercanías para todas esas poblaciones. Tras las protestas de los viajeros porque los expresos y correos que accedían a primera hora a Atocha retrasaban los trenes de Cercanías, se estableció la preferencia de estos últimos sobre los primeros. De esta forma, todos los trenes de Larga Distancia efectuaban una parada en vía ante la señal avanzada de Villaverde Bajo si el cantón en sentido Atocha iba a ser ocupado por un tren de Cercanías, ya que sólo había doble vía en toda esa zona.

Luego se ampliaría a cuatro vías desde Atocha hasta Getafe y más recientemente se comenzaron las obras para prolongar esa cuádruple vía hasta Pinto y con posterioridad hasta Aranjuez. Esas obras están paralizadas en este momento, frustrando una mayor agilidad del tráfico ferroviario desde la ciudad del Tajo.

Pero ya está restaurada la estación de Aranjuez y los mosaicos de Mario Maragliano vuelven a lucir con toda la fuerza colorista que diseñó ese artista italiano, quien colaboró con Gaudí en la obra de la Sagrada Familia y con Domènech en varias de sus obras, entre otras el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona o en el Palau de la Música Catalana.





Visitar Aranjuez puede hacerse en los viajes que realiza en determinados periodos el "Tren de la Fresa"  que permite también disfrutar de la tracción de una locomotora de vapor y de los coches de madera con balconcillo, algo imposible de ver hoy en el ferrocarril.

Además la visita al Palacio y sus jardines, al borde del Tajo, es una ocasión para rememorar el pasado que encierran aquellos edificios.


Y la música del "Concierto de Aranjuez" puede oírse también en determinadas celebraciones locales. Para no esperar hasta entonces, me ha parecido interesante enlazar esta magnífica interpretación del Concierto con el australiano John Williams a la guitarra, durante los Proms de 2011, en el Royal Albert Hall de Londres.

El próximo mes tengo ya organizada una visita a la estación de Aranjuez para admirar en detalle la restauración.

(Continúa en esta otra entrada)