10 de septiembre de 2012

En tren de Barcelona a Milán, por los Alpes






TGV Artesia París-Milán en la estación de Sant-Jean-de-Maurienne

Para ir de Barcelona a Milán por tren hay dos formas: tomar un tren hotel nocturno en el que el paisaje se sustrae al viajero por la oscuridad de la noche o hacerlo de día a base de combinar trenes. Como la primera de ellas ya la había hecho sin enterarme de por donde circulábamos, salvo la lista de estaciones del recorrido, decidí utilizar la segunda aunque en ella tuviera que tomar 4 trenes, perfectamente enlazados entre sí, con enlace garantizado o amplio margen entre ellos.


El caudal de conocimientos ferroviarios y paisajísticos que se acumulan en esta segunda opción bien merece la pena el pequeño inconveniente de los transbordos.

A la izquierda, el TGV y a la derecha del andén el 449 en doble composición

El primero de estos transbordos, si bien con carácter provisional, ha de realizarse en territorio español, en la estación de Figueres-Vilafant, dentro de la provincia de Girona. La línea de alta velocidad que viene desde Perpignan se interrumpe aquí para el tráfico de trenes de viajeros, por lo que desde Barcelona ha de tomarse un tren S-449 que circula como enlace internacional. El día que lo tomé, en la primera semana de agosto, iba en doble composición, con un considerable número de viajeros que en la foto se ve cómo transbordan al TGV dúplex con destino a París y otras estaciones intermedias. El próximo año ese transbordo será innecesario porque los TGV llegarán hasta Barcelona y Madrid.

EL TGV que hace ese trayecto es una unidad de dos pisos, como muchos de los que circulan por la red francesa, incluso en líneas convencionales una vez que salen de los recorridos en alta velocidad. Su alta capacidad (512 viajeros) se incrementa al doble en este caso ya que en Perpignan se engancha a otra unidad similar cuyo recorrido comienza en esa estación y su destino es el mismo: París.

Laguna de Thau en las proximidades de Sète

El recorrido entre Perpignan y Narbona, una vez pasado el túnel internacional de Le Perthus, es fundamentalmente marítimo, primero con la albufera de Leucate, amplia zona inundada de unas 5.400 ha, que queda a la derecha de la vía y luego por la de Bages-Sigean, donde el tren pasa por en medio del agua en un estrecho istmo que se prolonga casi 8 km.

Pero más espectacular aún es el tramo entre Marseillan y Sète, ya cerca de Montpellier, al que pertenece la foto superior, con la Laguna de Thau, donde el tren pasa por un puente levadizo para acceder a la estación de Sète. Ese puente es muy conocido entre los aficionados franceses al ferrocarril porque la catenaria no suministra electricidad a los trenes, que deben pasar por encima de él por inercia. Alguna que otra vez se ha debido rescatar a un tren con una locomotora diésel por haberse quedado parado encima al carecer de tensión eléctrica.

La foto siguiente está tomada justo encima del puente, al pasar por él, sin ningún problema.

La dos ciudades que vienen a continuación son Montpellier y Nîmes, en las que para el tren porque en ellas se enlaza con trayectos regionales. Pasado Nîmes ya el TGV se incorpora a la línea de alta velocidad.

Recientemente se ha adjudicado la prolongación de esta línea de alta velocidad más hacia el sur. Serán 60 nuevos kilómetros para poder circular por ellos en el futuro a 300 km/h, acercando más hacia España la alta velocidad francesa. En 2017 estará ya en funcionamiento.

Nuestro viaje no iba a conducirnos hasta París como el TGV donde íbamos sino que la primera detención para transbordo sería en la estación de Valence TGV, de características tan singulares que merece la pena dedicarle un poco de tiempo a describirlas.



Y éste era el aspecto de la estación a la llegada del TGV en doble composición. Encima de las vías está el vestíbulo, tan extraño como curioso por lo que voy a contar. En la cristalera aparece un cartel que pone "10 años". Efectivamente, en 2011 se cumplieron 10 años de la inauguración de tan concurrida estación por los múltiples enlaces que permite ya que, aparte de los TGV norte-sur de Francia, transversalmente en la parte norte del vestíbulo pasa la línea convencional que enlaza Valence con Grenoble y zonas de los Alpes.

Cuando se construyó la estación se hizo con su cabecera sobre una loma por lo que para permitir también el paso de la línea ferroviaria transversal hacia Grenoble, el vestíbulo hubo de hacerse con una inclinación de algo más de un 10%, lo que hace que los viajeros que anden por dentro deban ir cuesta arriba o cuesta abajo.

En la foto es apreciable la diferencia de cota. Está tomada desde la parte sur (más baja) hacia la norte (la más elevada).

Junto a la estación hay también un intercambiador de autobuses con destinos alpinos, para quienes no deseen continuar viaje en tren.

La totalidad de las paredes exteriores son de cristal -muro cortina- lo que le da una gran luminosidad y permite contemplar los diversos niveles desde muchos puntos.

Vista del andén sentido Marsella desde el vestíbulo superior. Un TGV está parado en él para la salida y entrada de viajeros. Hay otra vía prevista del lado más próximo al muro que cierra la estación por ese lado pero de momento carece de vía y está cubierta de tierra su plataforma

El tráfico de TGV es constante bajo el vestíbulo, cruzándose a veces un par de trenes.

Un TGV pasa velozmente hacia el sur mientras otro está estacionado para dejar y recoger viajeros

Como no pensaba quedarme allí mucho más tiempo tomé un TGV que desde Marsella se dirigía al norte de Francia para volver a bajarme 86 km más al norte, en la bella aunque solitaria estación de Lyon Saint-Exupéry (llamada anteriormente Satolas), obra del arquitecto español Santiago Calatrava. Su enorme vestíbulo superior tiene la marca característica de las construcciones de ese arquitecto e impone por su majestuosidad y el silencio  de los pasillos vacíos, ya que sólo permite conexiones entre TGV o entre éstos y el vecino aeropuerto. Las fotos siguientes son todas ellas de esa estación donde me tocaría esperar al TGV París-Milán.


Resultaba palpable la diferencia entre la alegre y luminosa construcción de Valence TGV y la solemne de esta otra, con tanto hormigón por todos lados. Y así anduve de un lado para otro hasta que llegó el TGV-Redes del servicio internacional Artesia con destino Milán, etapa final de trayecto.

EL TGV Artesia hacia Milán en su llegada a la estación de Lyon Saint-Exupéry

A partir de aquí el paisaje cambia sustancialmente. Los entornos marineros de la primera etapa francesa y las suaves zonas agrícolas entre Nîmes y Lyon, con el obligado paso sobre el Ródano, se convertirían enseguida en valles verdes entre montañas, que evidenciaban la proximidad a las cumbres alpinas.



No faltan los lagos entre las montañas con su contraste de azul entre el intenso verdor de la vegetación y el moteado de las pequeñas edificaciones de los pueblos.

La estación de Chambéry está siempre concurrida de viajeros, en el verano por los veraneantes y en el invierno porque desde ella se accede a varias estaciones de esquí. Allí el TGV hace una parada momentánea.




En un punto del recorrido se veía en la falda de la montaña un disciplinado cultivo de lo que me parecieron vides, tal como se ve en la foto. Recordé entonces que en esa zona de la Saboya -así es como se llama esa región francesa- hay afamados vinos y en Montmélian, que es la zona donde está tomada esa foto, existe un Museo regional de la viña y del vino.

La amplitud de algunos valles permite divisar al fondo cumbres muy elevadas con neveros durante el pleno verano.

Así, poco a poco, con el TGV circulando a una velocidad que permitía contemplar bien el paisaje, el valle se va a haciendo más estrecho entre el macizo montañoso de la Belledonne y el de la Vanoise. Consultando un mapa, en esta zona están las finales de etapa más espectaculares del Tour de Francia: Glandon, Cruz de Hierro, Val Thorens, Madeleine, Alpe d'Huez, Galibier... y es que estamos llegando a St-Jean-de-Maurienne, en cuya estación tomé estas fotografías.





Ya sólo quedaba un pequeño tramo hasta Modane, la última población en territorio francés, antes de entrar en Italia.



El TGV tiene aquí parada obligada antes de enfrentarse al túnel internacional de Fréjus, con una longitud de 13.688 metros, inaugurado en 1871, y que se sigue utilizando ininterrumpidamente desde entonces. Al otro lado del túnel está ya Italia y la primera estación es Barnonecchia, justo nada más salir por la boca italiana del túnel, que se ve en esta foto.



Aquí ya hay trenes de la operadora italiana Trenitalia, como aparece uno de ellos en la siguiente fotografía.

El resto del viaje hasta Milán no ofrecía tan espectaculares vistas. El paso por Turín se hace bajo tierra y todo el resto del trayecto discurre por el amplísimo valle del Po y sus afluentes. Sin embargo la llegada a Milán ofrece un panorama muy singular. Esos trenes franceses no llegan a la estación central de la ciudad sino a la de Porta Garibaldi, en cuyo entorno se está desarrollando un área financiera y urbana de características espectaculares. Es el proyecto "Porta Nuova" cuyo más interesante edificio es la Torre Pelli, de 231 metros de altura, situada justo al lado de esa estación.


La foto está tomada no desde la estación sino desde la ventana de la habitación del hotel en el que me encontraba alojado y que está también muy próximo a Porta Garibaldo. Con esto comenzaron dos semanas de intensa actividad por Italia hasta que me marché a Eslovenia. Ya iré contando en el blog las cosa más interesantes de este viaje.

Como complemento de esta información pongo los horarios de salida de los trenes de las diversas estaciones: Barcelona, 08:16; Figueres-Vilafant, 10:20; Valence TGV, 15:22; Lyon St-Exupéry, 16:35. Llegada a Milán 21:45.

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Nota del 15 de diciembre de 2013

Desde hoy habrá un transbordo menos al partir ya desde Barcelona-Sants los TGV franceses.