29 de mayo de 2012

Ferrocarril en Berlín (I): 1965, en la ciudad dividida


Este es el aspecto que presentaba la Friedichstrasse de Berlín en el punto conocido como Checkpoint Charlie, en septiembre de 1965, cuando llegué a esa ciudad. Unos muros de hormigón atravesaban la calzada obligando a hacer zigzag a los pocos vehículos autorizados a pasar por ahí. Barreras, cabinas de control, y un poco más lejos, en medio de la calzada, la "U" de la estación de metro cuya línea perteneciente al Berlín Oriental se interrumpía en ese punto.


Por motivos familiares nací y crecí en un ambiente en que todo lo relacionado con el alemán y las costumbres alemanas era prioritario. Tenía a mi alcance libros en alemán, cámaras de foto "Leika", un proyector de cine Pathé-Baby -que aunque fabricado en Francia llegó de Alemania-, películas de celuloide con escenas alemanas e incluso una curiosa colección de fotos en 3 dimensiones, para ver con gafas adecuadas, que recogían lo más importante de la colección de estatuas griegas y romanas de los museos de Berlín, y que hacían las delicias de mis compañeros de colegio.

Durante mis años escolares seguí muy de cerca por radio y prensa el devenir de esa ciudad e incluso el fin del bloqueo a que fue sometida durante casi un año, con corte total de las autopistas y vías férreas que convergían en Berlín, dejando sólo como único nexo con el mundo occidental el aeropuerto de Tempelhof.

Ya sólo me faltaba ir a Alemania y a Berlín concretamente. Y esto lo solucioné consiguiendo un curso en la Universidad de Colonia, para ampliar estudios de alemán, en el año 1965. Hacía sólo 4 años que se había construido el muro de Berlín, dejando a sus habitantes en una ratonera de la que sólo podía salirse con mucha dificultad para ellos y con permisos muy especiales. Pero las comunicaciones entre ambas partes de la ciudad quedaron interrumpidas. Como extranjero podía acceder desde Alemania Occidental a Berlín atravesando la República Democrática Alemana e incluso pasar de una a otra zona de Berlín. Pero en mi pasaporte español figuraba esta curiosa frase: "Válido para todo el mundo, excepto Rusia y países satélites".

La inconsciencia juvenil me hizo ignorar esa prohibición -porque todo lo prohibido resultaba más excitante- y decidí ir a Berlín a toda costa porque quería conocer la realidad de una ciudad aislada y dividida.
Así quedó Berlín al término de la Segunda Guerra Mundial, con la ciudad dividida en cuatro sectores de ocupación por los ejércitos aliados. En 1961, el gobierno comunista decidió la construcción del muro que, con sus 120 km, dejó aislados los tres sectores occidentales habilitándose sólo unos pasos con férreos controles policiales y militares para poder acceder a la ciudad. El ferrocarril entre ambas zonas de Berlín quedó cortado, así como el metro. El único lugar por donde transitaban los trenes de una a otra parte de Berlín era la estación de la Friedichstrasse, situada junto a la Isla de los Museos. En la parte exterior sólo era posible acceder en tren a Berlín por Spandau al Oeste y Wannsee al Sur (todas esas estaciones están marcadas en el croquis con subrayado rojo). Por supuesto tampoco funcionada la conexión en tren de Cercanías (S-Bahn) entre ambas zonas de Berlín, salvo un servicio restringido entre la estación del Jardín Zoológico (Zoologischer Garten Bahnhof), convertida en estación terminal de los trenes occidentales que arribaban a Berlín, y la de Friedichstrasse. Esa iba a ser mi canal de entrada en Berlín Oriental, provisto de una cámara de fotos.






La fotografía superior refleja la estación de Zoologischer Garten, tal como está actualmente, y la inferior la de Friedrichstrasse en una recreación que he hecho para que se vea cómo estaba en 1965. En la parte alta y próxima a la cubierta, unas pasarelas metálicas aún existentes permitían que soldados fuertemente armados vigilaran la llegada de los trenes occidentales y que los pocos viajeros que salían de ellos -la mayor parte turistas- se dirigieran a los pasos inferiores que confluían en un puesto de control de policía en el que, aparte del minucioso registro, tenías que pagar 5 marcos alemanes occidentales en concepto de tasa.

Pasados estos controles ya eras libre de moverte por el lado oriental respetando las instrucciones que había por doquier de no acercarse al muro y no hacer fotografías en determinados lugares, prohibición que me salté a la torera y que me costó caro ya que en una de las visitas, muy cerca de donde está hecha esta foto en 2009, fui detenido y llevado a la comisaría de los bajos de la estación de Friedrichstrasse.




Como se puede distinguir fácilmente, se trata de la famosa puerta de Brandenburgo, situada por entero dentro del Berlín Oriental a la que no era fácil acercarse por uno y otro lado. Por el lado occidental por estar rodeada por el muro y por el oriental porque a comienzos de la avenida Unter den Linden, que arranca precisamente a mi espalda, había empalizadas para evitar que se lanzaran camiones contra la puerta en una vano intento de abandonar Berlín.

En este lugar también una estación del S-Bahn muestra aún el rótulo que lució durante los años de la división de Berlín. Era la estación de Unter den Liden, hoy con conexión también de Metro.



Pasear por las calles del Berlín Oriental sobrecogía. Apenas unos pocos coches Trabant circulaban por las grandes avenidas. Estos curiosos vehículos con motor de motocicleta y carrocería de coche se utilizan hoy día para alquilar a los turistas, que pueden así evocar cómo era el tránsito motorizado por el Berlín Oriental.

En la fotografía superior de la Puerta de Brandenburgo se ven unos figurantes que portan las banderas norteamericana y rusa, símbolo de la división de la ciudad. Ahora sirven para que los turistas se hagan fotos, ajenos a la enorme tragedia que vivió esa ciudad durante décadas y de las que fui testigo de algunas. Se calcula que unas 125 personas murieron tratando de huir del lado oriental al occidental: unos tirándose desde edificios cuyas ventanas daban al lado de acá del muro (pasé un día por una acera donde aún estaban las manchas de sangre de una de estas fugas abortada a disparos), otros nadando vanamente por el río Spree en las zonas donde separaba ambas partes de la ciudad o ideando mil y una maneras de escapar de la zona comunista.

Una línea de metro occidental tenía algunas estaciones en la zona oriental pero los trenes transitaban sin detenerse bajo la mirada atenta de soldados armados que evitaban cualquier intento de usarlos para huir.

Entre los muchos edificios que se podían ver entonces en Berlín, tres me impactaron especialmente. El primero era el del templete de la Neue Wache en la Unter den Linden, en la foto inferior. Ese edificio, de estilo neoclásico, se había convertido en el "Monumento a las víctimas del fascismo y del militarismo" por la autoridades de la República Democrática alemana.


Hoy día ha conservado su estilo aunque en su interior se ha retirado una piedra que había en el centro y se ha sustituido por una estatua en memoria de las víctimas de la Guerra.

La luz que entra por una abertura en su techo es la que ilumina únicamente el interior, lugar de respeto y silencio.

En un lugar muy distante de éste y ya dentro del Berlín Occidental, en plena avenida Kurfürstendamm, también me impresionó la torre campanario de la iglesia del Kaiser Wilhelm semidestruida durante la Segunda Guerra Mundial y que entonces era el más emblemático símbolo de la destrucción bélica. Me quedé bastante rato mirando aquello que ya había visto antes en las fotografías de cuando Berlín fue liberado por las tropas rusas.


Hoy la vieja iglesia sigue en ruinas y junto a ella se ha construido una torre memorial, que respeta el símbolismo y es reflejo de la reconstrucción a que ha sido sometida Berlín en la postguerra. La nueva torre moderna ya había sido construida cuando visité Berlín aquel año.

El nombre popular de todo ese conjunto, en alemán, es el de Gedächtniskirche, es decir, iglesia del recuerdo.

El último de los edificios que recuerdo especialmente de aquel año es el del entonces destruido de la sede del Reichstag, hoy una vez restaurado con el diseño de Norman Foster, sede del Parlamento alemán.

Su cúpula era entonces un amasijo de hierros retorcidos por el efecto de los bombardeos y del incendio que sufrió el edificio.


Ahora miles de turistas hacen cola a diario para visitarlo. Está situado muy cerca de la Puerta de Brandenburgo y de la nueva estación central de Berlín, a la que me referiré en el siguiente capítulo de esta entrada.

Pero antes de abandonar esta visita retrospectiva volvamos a Berlín Oriental porque quise moverme más hacia el interior de la ciudad en el S-Bahn y me llegué hasta la Ostbahnhof, estación que entonces era la terminal de los trenes orientales que llegaban a Berlín, entre otros de la conexión ferroviaria con Moscú.

Esa estación, cubierta con una impresionante marquesina metálica, tenía una actividad bulliciosa y hoy día se conserva tal como estaba entonces, por lo que la he fotografiado en blanco y negro, recuerdo de aquella visita de 1965. Salvo por la grafía de los carteles todo sigue igual.

Y en 2009, en una visita reciente a Berlín, encontré esta foto, en una exposición retrospectiva en el vestíbulo de esa estación.

La fotografía es de 1967, dos años después de que estuviese entonces en Berlín.

En ella se puede ver lo animada que estaba al confluir allí los trenes que desde Berlín se dirigían a muchas capitales de lo que entonces eran los "países satélites" de Moscú, en el mundo comunista.

Aunque no se lee bien en la fotografía, en el centro de este andén hay un kiosko con un letrero en la parte superior que pone "Mitropa". Eran los supermercados de la cadena estatal de Berlín Oriental, concebidos al modo occidental pero con bastante poco género en las estanterías, como pude ver en uno de los situados en una céntrica plaza del Berlín Oriental.

El último día que pasé en el Berlín ocupado me detuvieron y hube de pasar más de un día en el cuartel de la policía alemana oriental situado en los bajos de la estación de Friedrichstrasse. Perdí las fotos que había hecho aquel día y poco me faltó para perder algo más si no fuera porque debieron apiadarse de un chaval que era por entonces. Al menos estoy aquí para poder contarlo.

Para terminar esta entrada inserto dos vídeos tomados desde el S-Bahn en 1988 y 1989, cuando aún la ciudad estaba dividida. En ellos se ve el muro y los trenes que hacían el recorrido.




En este segundo vídeo el trayecto se desarrolla íntegramente en el Berlín Oriental.