23 de mayo de 2012

Bratislava, de tren a tren

Bratislava era sólo una populosa ciudad de Checoslovaquia con un importante pasado histórico hasta que en 1993, con la disolución de la República Checoslovaca, se convirtió en la capital de Eslovaquia.


Su cercanía a Viena -sólo 62 km- la convierte en un lugar de muy fácil visita para quienes pasan unos días en la capital austriaca y durante mi estancia ahí pensé que había una buena oportunidad para ir a Bratislava y volver en el día. Hay dos maneras de hacerlo: una de ellas es a través del Danubio, en un crucero fluvial, y la otra tomar el tren que tarda sólo 1 h 12' entre ambas capitales. Por razones obvias escogí esta última opción. Desde las 5 de la mañana hay trenes cada hora en ambos sentidos que se toman en la estación provisional de Ostbahn de Viena, hasta que está concluida la nueva estación central. Los trenes, pendientes de la modernización del material, son como el de la foto.

La estación central de Bratislava, a donde conviene bajarse de las dos que hay, te recibe con este espectacular cartel y es que todo allí está preparado para el turismo.



Y desde ella sólo hay que dar un paseo para plantarse en la ciudad vieja que es la parte más interesante. Eslovaquia utiliza también el euro como moneda por lo que no hay que cambiar nada, algo que facilita considerablemente el turismo.

El paseo desde la estación hasta la Ciudad Vieja por la avenida Stefanikova es un poco largo pero merece la pena hacerlo porque en el trayecto encontraremos cosas de interés. Entre otras está esta plaza en la que destaca el edificio de la presidencia del Gobierno Eslovaco, adornado con multitud de banderas.

Pero ya desde pocos metros después de esa misma plaza es posible ver el majestuoso edificio del castillo fortaleza construido en el s. X pero que posteriormente fue enriquecido con todos los estilos arquitectónicos: gótico, renacentista, barroco, hasta convertirse en sede de la reina Maria Teresa I de Austria. A comienzos del s. XIX fue destruido pero a mediados del s. XX se reconstruyó con los planos que había quedado de la época de María Teresa.

Ya en la calle en rampa que se dirige hacia el castillo pueden verse los raíles de una de las numerosas líneas de tranvía que hay en esa ciudad.

Hasta las inmediaciones del castillo se puede subir en ese viejo pero impecable vehículo, aunque en el sentido contrario en el que baja el que aparece en la foto.

Bratisva, con 450.000 habitantes, tiene 12 líneas de tranvías con una red que alcanza los 244 km y por donde circulan 227 unidades, la mayor parte de ellas fabricadas por Tatra.

La red es toda de ancho métrico (1000 mm) y los tranvías que pueden verse son de todas las épocas.

Muchos más detalles se pueden leer en la web oficial de la empresa de transporte municipal DPB (Dopravný podnik Bratislava) con mapas de detalle de las líneas y fotografías de tranvías de las distintas épocas.

Pero volvamos a la ciudad monumental. Una vez a los pies del castillo puede llegarse hasta arriba subiendo estas nada cómodas escaleritas.





Sin embargo, merece la pena ir hasta lo más alto ya que el castillo de Bratislava esta situado en una meseta que domina todo el panorama visible.

Así, a más de 80 metros sobre el cauce del Danubio que transcurre por en medio de la ciudad, la vista es espectacular y permite visualizar toda la Ciudad Vieja y también el considerable desarrollo urbano con los barrios nuevos, las torres de las muchas iglesias y los tejados rojizos empinados, así como la navegación fluvial importante de esa arteria que comunica varios países de toda Centroeuropa hasta desembocar en el Mar Negro.


Esta es la vista general en fotografía que reproduzco en los términos de la Licencia Wikimedia Commons

En esta otra fotografía una curiosa composición tranviaria con dos unidades enlazadas de épocas y colores bien distintos, en la calle principal de la Ciudad Vieja, camino de la ribera del Danubio.










Deambulando por las calles, me llamó la atención al hacer esta fotografía el letrero que había en el edificio de la izquierda "Un perro andaluz", traducido del eslovaco.


Como me picó la curiosidad entré en el edificio y al fondo estaba explicado, con otro cartel, el sentido de la frase.


Se trataba del anuncio de la representación del cortometraje de Buñuel con ese mismo título, producido en 1929.

Satisfecha la curiosidad me entretuve deambulando por la extensa Ciudad Vieja, paseo al que pertenecen todas estas fotos.




Son innumerables los restaurantes que hay por toda la ciudad, llena siempre de turistas en las épocas con mejor clima.

Elegí para comer uno de ellos que es además una fábrica artesanal de cerveza, bebida indispensable por estos pagos.

De la baratura de precios que hay todavía en Eslovaquia es buen ejemplo que el precio de menú del día era de 4 € y entre las delicias de la carta se ofrecía el gazpacho andaluz, aunque todo parecido con el original era pura coincidencia, como tuve ocasión de comprobar, aunque estaba excelente.


Aunque los trenes en sentido inverso hacia Viena circulan hasta las 11 de la noche no entraba en mis planes quedarme una vez anochecido porque debía asistir a un concierto de Vivaldi por lo que tomé uno anterior. En viaje se cruza el Danubio permite observar los diversos brazos de ese río, especialmente del canal artificial que se construyó para preservar a la capital austriaca de las frecuentes inundaciones que padecía.



Vista del "Danubio azul" a su paso por Viena.

Recomiendo esta visita a todos los que se desplacen a Viena. Para ayudarles con lo que se puede ver, enlazo la web del Turismo de Bratislava, en castellano.